Los pescadores que participaron en la vestición de Nuestra Señora de Los Ángeles y la Iglesia católica le pegaron un primer jalón de orejas al Gobierno del presidente Rodrigo Chaves.
En medio de la homilía y misa solemne realizada en Cartago, monseñor Mario Enrique Quirós, obispo de la Vieja Metrópoli, y Óscar Fernández Guillén, obispo de Puntarenas, criticaron el abandono y el desinterés de Casa Presidencial por los territorios costeros del Pacífico.
“(…) Hemos logrado determinar situaciones que nos están conduciendo a que aumenten nuestras condiciones de pobreza y pobreza extrema y que la inseguridad nos lleve a encerrarnos en nuestras casas. No solo es la cultura del desamparo, sino también la cultura del miedo.
Hay problemas de carácter estructural que no han sido combatidos con la entereza y sapiencia que corresponde. Las consecuencias de esta incapacidad para atender esta problemática las vivimos los pobladores de las costas todos los días”, reclamaron los obispos.
“Debemos denunciar la indignante realidad que resulta de las precarias condiciones que tienen para vivir y realizar su trabajo nuestras gentes del mar.
Es inadmisible que nuestros pobladores de las costas y de las islas vivan como parias, extranjeros en la tierra que los vio nacer y que han ocupado por generaciones, ante la incapacidad de nuestros gobiernos locales por administrar a favor de nuestras poblaciones costeras la Ley de Zona Marítimo Terrestre y de garantizarles el derecho a ocupar legalmente las propiedades donde viven”, añadieron desde el púlpito.
Otro punto citado por los obispos fue que existe una desproporción e informalidad en materia pesquera y parece que poco interés genera en el Gobierno de Chaves.
“La desproporción entre quienes realizan formalmente la actividad pesquera y los que lo hacen desde la informalidad es escandalosa: solo un 20% de nuestros pescadores poseen licencia que les autoriza a realizar su actividad, según lo estipula el marco jurídico de nuestro país; por lo tanto, de 100 pescadores, 80 son informales.
Esta condición les niega el acceso a los servicios que nuestro Estado social de derecho debe garantizar a los ciudadanos para vivir dignamente, pero además les provoca niveles muy altos de inseguridad por el estado de indefensión en que se encuentran cuando se ven sometidos, en el desarrollo de sus faenas pesqueras, a los controles de las autoridades, como Guardacostas o el mismo Incopesca, que los ha llevado en no pocos casos a perder sus equipos y tener que enfrentar procesos judiciales”, añadieron.
Además, reclamaron la ausencia de alternativas laborales.
“Para muchos no hay trabajo. Estamos olvidados por las políticas públicas de nuestro país para producir empleo. Un padre de familia debe alimentar a sus hijos y necesita para ello ganarse la vida dignamente, de lo contrario puede verse obligado a recurrir a otros medios para obtener el sustento de su familia.
Junto con nuestras comunidades indígenas y fronterizas somos parte de otra Costa Rica, botín de votos para los partidos en las elecciones presidenciales, pero cuando llegan al poder, el desamparo y el abandono es el premio que se nos otorga”, comentaron.
Así, sin oportunidades del Gobierno, reclaman los obispos, los porteños son presas del crimen organizado, “que día a día extiende más sus tentáculos en actividades como el narcotráfico y los microcréditos”.
“Los jóvenes se están involucrando en el sicariato. La inseguridad nos está llevando a hacer de nuestras casas refugios, en los que desde temprano del día nos encerramos para no estar expuestos a acciones violentas. Estas situaciones están en la base de la descomposición social y cultural”, afirmaron.
Los religiosos recordaron al Gobierno que debe identificarse con las necesidades de los más vulnerables y no verlos como votos.