El árbitro Cristian Rodríguez se encarga de impartir justicia como central, en primera, desde el 2015, pero además suma 21 años de policía y está a punto de graduarse de abogado. Sus inicios nos trasladan a San Ramón, a una familia humilde de campesinos, pero a la vez llena de valores. De su mamá heredó esa pasión por el fútbol, pues con ella iba a los estadios a ver los juegos.
Hoy trabaja en Grecia como uniformado, pero en todo el país pita los juegos.
Su exjefe y amigo personal, Randall Picado, jefe policial de Puntarenas, repasa lo que ha sido el esfuerzo diario de Cristian.
“Fui jefe de Cristian en muchas ocasiones en el sector de Alajuela. Es una persona disciplinada y recta, con actitud y vocación a la parte física. Cuando lo conocí era árbitro de tercera división y pitaba en canchas abiertas en San Ramón, Palmares… Después nos dimos cuenta que fue ascendiendo. Igual policialmente llegó el momento en que asumió el Grupo de Apoyo Operacional (GAO) y era el líder y uno de los jefes. Conmigo fue jefe de Operaciones. Es disciplinado, muy a derecho”.
Eso de ser autoridad es lo de él y se nota tanto dentro como fuera de la cancha. Aplica la ley y los reglamentos.
Picado valora la disponibilidad del Ministerio de Seguridad Pública para abrirles espacios y poder crecer en otros ámbitos. “Fuerza Pública siempre ha impulsado actividades deportivas, culturales donde los funcionarios representen dignamente a la institución. Hay una licencia especial que les permite participar, sea como árbitro, o en selección o grupo cultural. Eso sensibiliza porque el ciudadano observa un uniformado ejerciendo autoridad en un terreno de juego. A eso agréguele que Cristian es un estudiante avanzado de derecho. Pronto es abogado y eso le genera una mayor autoridad”, explicó.
Indica que más que un subalterno siempre ha sido su amigo. Recuerda cómo Cristian siempre ha sido una persona humilde. “Viene de una familia muy honrada, decente y trabajadora, de campesinos de San Ramón. Es gente que cuando se traza una meta siempre la logra y como personas siempre son muy amables”, apuntó.
Jamás olvidará cuando les pitaba los partidos de los policías en Alajuela. “Siempre tuvo el sueño de ascender y pitó una final de segunda B. De ahí pasó a primera. Es como todos los ticos de comer sencillo, arroz, frijoles, café, lo que comemos casi todos los policías. Acostumbrado a trabajar con café. Incluso un tiempo estuvo en la crianza de codornices y vendiendo huevos de codornices”, contó con nostalgia y orgullo.