Tenía interés en seguir hablando de los riesgos presentes en el desempeño económico del país, pero lo que anunció Hacienda esta semana merece un comentario.
¡BRINCÓ LA LIEBRE! “Gobierno pide ¢600 mil millones para pagar deuda”, pues “Administración Solís no incluyó recursos en presupuesto anterior”. (DIARIO EXTRA, 1 de agosto de 2018, pág. 3). Esta es una cifra tan grande que me cuesta creer que el faltante apareciera hasta ahora.
“Yo no tenía idea de esa diferencia” dice la Ministra de Hacienda en un diario de circulación nacional. La sorprendida no fue solo ella: fuimos todos. El mercado debe estar “resfriado”. Pésima señal. Una explicación que se da es que el Gobierno tenía pensado hacer canjes de deuda en el primer semestre de este año, que no se lograron concretar. El mercado y los inversionistas no les respondieron como esperaban. Presión adicional sobre la caja del Gobierno.
Otra explicación es que, a final del año pasado, después de que se mandó el presupuesto, el Gobierno tuvo que hacer más colocaciones de deuda y entonces se cerró el año con más deuda. Lo que se concluye es que esa deuda adicional fue de corto plazo, pues está venciendo ahora. Otra señal de problemas serios en Tesorería.
Si hay más deuda de corto plazo, y no se concretaron los canjes de deuda, Hacienda tiene que explicarle a la Asamblea que no tiene presupuestados esos recursos para enfrentar esas amortizaciones, y debe pedirle autorización para endeudarse para amortizar la deuda. Es lo que hizo esta semana.
Hagamos un poquito de historia. En la exposición de motivos del proyecto de presupuesto del 2018, nos dijeron que la amortización de la deuda para el 2108 más bien disminuía respecto al 2017. Cito: “… debido a una adecuada gestión de la política de endeudamiento al utilizar los canjes de deuda para evitar atender una importante suma de vencimientos en 2018, la amortización cae en -13,1%…”. (Pág. 10 de la Explosión de Motivos).
Más adelante dedicaban todo un apartado para explicar la “estrategia de endeudamiento” (pág. 82 y siguientes) que permitía tener credibilidad en las autoridades económicas, “…incrementando la certidumbre en el desempeño económico”. Esto fue lo que nos vendieron. El anuncio de esta semana es lo contrario y más bien crea incertidumbre.
Además, nos dijeron que el total del presupuesto para el 2018 era de ¢9,3 billones, lo que representaba un crecimiento de 3,2% respecto al año 2017. Esa cifra le hace a uno pensar que es más o menos el aumento de la inflación, con lo que no habría carecimiento en términos reales. Pero si hubieran tenido que incluir en el proyecto de presupuesto estos ¢600.000 millones como parte de la amortización, el crecimiento habría sido un 9,9%, cifra que hubiera llamado la atención de cualquiera. Una cosa es que crezca 3,2% y otra cosa es que crezca casi 10%. La venta del producto es muy distinta. ¡Ojo!, si se hubieran dado los canjes de deuda, no nos habríamos dado cuenta de esta situación.
Claro, cabe preguntarse por qué para un canje de deuda no es necesaria la autorización presupuestaria, mientras que para las otras formas de amortización de deuda sí es necesario. Tema abierto a debate.
La Ministra de Hacienda ya anunció que pronto enviará otro prepuesto extraordinario, por unos ¢300.000 millones, pues la recaudación se ha caído. Esta señal, junto a la noticia de esta semana, no ayuda para nada, crea incertidumbre, y vuelve a los mercados y a los inversionistas más exigentes. Puede inclusive meter ruido a la discusión fiscal.
Concluyo: El 17 de marzo de este año, entre la primera y segunda ronda electoral, decía: “Bien harían los dos señores Alvarado en darse una vuelta por la Tesorería Nacional”. (“Las primeras de cambio” en https://notasaltema.blogspot.com). “La presión por liquidez que se puede venir, posiblemente va a exigir mucha dedicación de las autoridades a partir del 8 de mayo”. Pero es hasta ahora que las autoridades reconocen este enorme compromiso. ¡Dios mío!, ¿cómo no vieron semejante gato?