Miguel Fernández está vivo porque el de arriba no quiso llevárselo, pues el accidente que sufrió era para que no pudiera salir a contar la historia.
Con su Toyota Land Cruiser todo terreno, Fernández transitaba por la carretera que comunica Puriscal con Parrita, ruta 239, cuando por razones desconocidas perdió el control del vehículo y no pudo evitar irse a un guindo de 35 metros.
El carrito empezó a rodar como bola de nieve por una colina hasta llegar al fondo del abismo, donde su conductor quedó tendido entre piedras tras salir disparado por el impacto.
Un vecino escuchó el estruendo y sin dudarlo corrió junto a un amigo para salir de la duda, al llegar se encontró el carro despedazado.
“Yo iba pasando en carro al momento del accidente, escuché el estruendo y me bajé para darle colaboración al señor en el guindo”, dijo César Arias, testigo.
La ventaja que tuvo Fernández fue que la quebrada del lugar estaba seca, de lo contrario la historia pudo ser otra.
Unidades de rescate de la Cruz Roja llegaron al lugar y con equipo de rescate vertical descendieron adonde estaba el herido para poder rescatarlo, llevarlo a la ambulancia y posteriormente al centro médico local en condición grave.