Como cada 25 de julio, los guanacastecos que somos orgullosos de nuestras costumbres y tradiciones, celebramos la Anexión del Partido de Nicoya, que hoy es parte de la provincia de Guanacaste. Este pequeño territorio tuvo varios estatus administrativos durante la época de la colonia española; perteneció a Nicaragua, luego se mantuvo independiente, posteriormente se le unió a Costa Rica y así hasta 1824, cuando finalmente nuestro país vio aumentado su territorio por la unión de Nicoya. Sin embargo, hoy esta hermosa provincia que tanto le ha dado a este país, ve con tristeza el abandono en que se encuentra por todos aquellos que han querido y tenido poder para lograr sus propias aspiraciones, principalmente en el plano político.
Duele ver que en esta provincia que tanto ha aportado a Costa Rica, sea recordada solo una vez al año con bombos y platillos, con cimarronas, gallinas achiotadas, chicha de maíz, rosquillas, tanelas, montas de toro, marimba, gritos sabaneros, trajes típicos, bombas y un sinfín de actividades alusivas a la fecha, porque llegan los políticos que de por sí nos tienen más quebrados que el camino que conduce a San José de la Montaña, en donde si no se sostiene usted por su propia voluntad, se va al guindo. Lo mismo nos ha sucedido con el progreso que hemos esperado gracias a las promesas de quienes se arriman a nuestra querida pampa cada vez que hay campaña electoral, pues ofrecen y al final nos dan el garrotazo y usted haga como pueda. Si bien es cierto, actualmente contamos con un aeropuerto internacional, carreteras en regular estado, inversión en infraestructura hotelera, opciones de trabajo (aunque sea por temporadas), vemos que no es todo para solventar las necesidades básicas que requieren los habitantes de esta hermosa tierra, sino que necesita de opciones nuevas en materia de política social y económica que contrarreste con los índices de pobreza, seguridad, empleo y educación.
Los guanacastecos somos educados, trabajadores incansables, honestos y orgullosos, no nos gusta que nos regalen todo, pero sí que nos brinden las oportunidades para progresar en armonía, buscando alternativas que coadyuven al progreso personal y local. Es por eso que hoy vemos el resentimiento hacia la política y a quienes la han manejado por muchos años y al final se tornan invisibles donde terminan sus jornadas sin pena ni gloria, pues nunca se les vio mover un dedo para opinar, exigir o proponer nuevas alternativas para esta provincia. Es por eso que vale la pena reflexionar y no caer en el juego de aquellos que halan aguas para sus propios molinos y que nos les da pena ser señalados por sus pocas o casi nada de acciones ejecutadas desde su plano laboral, o lo que es peor, se han servido de sus puestos a costilla del pueblo que confió en ellos y hoy les voltean la espalda.
Que este 25 de julio, celebremos como verdaderos guanacastecos nuestro sentir y orgullo sin caer en politiquerías baratas que ya mucho hemos visto, pues es un circo como aquellos que instalaban en el pasado en la famosa Plaza Los Mangos en Santa Cruz, donde disfrutábamos grandes y chicos a más no poder por un momento y nada más. Es por eso que con orgullo digo que soy guanacasteco y he trascendido fronteras gracias a mi propia iniciativa sin tener padrinos de ninguna naturaleza, y he tratado de dar a mi querida provincia, algo de lo que he aprendido pero con mucha mística y responsabilidad. Demostrémosle a los políticos y al resto del país, que nuestra provincia no es solo marimba y montas de toro, sino algo más allá de lo que ellos se imaginan, es una provincia abandonada pero amparada por la mano del Cristo Negro de Esquipulas, al cual le debemos más que a otros. Es una provincia con grandes potenciales en muchos aspectos, gente luchadora que se parte el lomo de sol a sol, que tenemos riquezas que otros lugares desean tener. Es por esto que hago un llamado a los gobiernos locales y fuerzas vivas para que nos unamos y digamos presente por el bien de nuestra provincia sin necesidad de protestas ofensivas, sino que de manera diplomática, pasemos la factura a la gran fiesta que se avecina, sí, esa fiesta politiquera que ya parece el disco rayado que sonaba en el famoso Salón Chucu-Chucu, y de esta manera hacernos sentir que sí somos parte de Costa Rica los 365 días del año, no solo el 25 de julio.
Guanacaste no solo es marimba y monta de toros, es mucho más que eso.
*Criminólogo Forense y Catedrático Universitario