Duele, sí, pero en verdad es fácil hablar de un deportista tan destacado y a quien se le valoró además por su forma de ser. El boxeo tico llora la partida del enorme pugilista Álvaro Rojas Delgado, Alvarito, para sus amigos, familia y seguidores, quien nació el 7 de abril de 1945.
Para irnos a sus inicios debemos ubicarnos en Barrio Cuba, al sur de la capital. Cerca de la Pulpería La Rosa Blanca vivía un muchachito que era bueno para guantear y eso no pasó desapercibido para los hermanos Julio y Roberto Acevedo, quienes lo vieron peleando y lo motivaron a meterse en el deporte de las narices chatas y orejas de coliflor.
Era una época muy distinta, al punto que su primera remuneración fue 7 colones por subirse a un cuadrilátero. Sin embargo, cuando peleó sus dos títulos mundiales, en 1975 y 1976, se embolsó 10 mil dólares en cada ocasión.
LA BÚSQUEDA DE ESOS TÍTULOS
La primera lucha por un cetro mundial fue el 4 de diciembre de 1975 en Tokio, Japón, por el título ligero del Consejo Mundial de Boxeo. En ese momento era sexto del mundo, pero el cinturón fue para el japonés Guts Ishimatsu. “Esa vez estuve a unos segundos de ser Campeón Mundial. Me fui al último round. Fue un golpe inesperado, de esos que llaman fantasma. Me pegó en la mandíbula el japones y no puede traer el primer campeonato para Costa Rica. Estuve a dos segundos”, rememoró hace algunos años.
Un año después, el 15 de octubre de 1976 se mide en Miami, Florida al mismísimo Roberto “Mano de Piedra” Durán. El panameño lo acabó en el primer asalto. “Por eso le dicen así, como una piedra eran sus manos. Empezó el combate, tres, cuatro segundos, pero me pegó en la barbilla y me cortó”. No pasó del primer round.
Era una verdadera pasión por el boxeo lo que se vivía en esos dorados años. “Eran otros tiempos porque llenábamos estadios a reventar. Había compañeros muy buenos. El Gimnasio Nacional se llenaba de bote en bote y la gente brincaba y era un run run todo el mes cuando uno iba a pelear. Eran miles de fanáticos”, mencionaba.
Era tal el arrastre que tenía el boxeo en ese momento que la Federación Costarricense de Fútbol se ponía de acuerdo con los dirigentes de los pugilistas para que las veladas no chocaran con sus partidos, pues les quitaba aficionados.
Hoy decimos adiós a un buen ser humano que antes de boxeador fue ebanista y quien tras su retiro montó su negocio, Mueblería Álvaro Rojas. Fue un éxito desde sus inicios, pues vendía juegos de sala a 4.950 colones.
Dejó grabado su nombre con letras de oro y desde el 16 de diciembre de 2010 entró a la Galería Costarricense del Deporte.
Siempre enfrentó la vida con entusiasmo, el mismo que tuvo en su primer trabajo como repartidor en una fábrica de colchones o cuando vendía papas y frescos en el Estadio Nacional.
Jamás iba a pensar Jorge “El Tigre” Manzanares (q.d.D.g.), allá en 1969, que tenía en sus manos a un verdadero talento, cuando lo empezó a entrenar y un año después lo hizo debutar en diciembre de 1970. Don Álvaro siempre recordaba ese nombre y el de Luis Portella Lumbreras (q.d.D.g.).
Ya en 1974 era Campeón Centroamericano al dejar tendido en la lona al nicaragüense Pedro “Pepe El Toro” Mendoza por nocaut.
Hizo 75 peleas y solo perdió 9 de ellas. Este miércoles fue su vela, en Barrio Don Bosco y hoy será su funeral. La misa es a las 10 a.m. en la iglesia Don Bosco y sus restos descansarán en un cementerio en Barrial de Heredia.
Sonó la campana, es tiempo de partir. Gracias, Alvarito, por ser un ejemplo en el cuadrilátero y fuera de él.