Después de la captura del narcotraficante mexicano Rafael Caro Quintero, los habitantes del asentamiento que lleva su nombre reaccionaron, no se guardaron nada y revelaron algunos secretos de la propiedad donde vivía el capo.
DIARIO EXTRA hizo un recorrido por Río Segundo, Alajuela, donde estuvo la lujosa residencia del capo, quien en 1985 fue detenido junto a su novia Sara Cosio Vidaurri. Compartían con un grupo de amigos cuando fueron sorprendidos por policías costarricenses y agentes de la DEA.
En ese lugar nos recibió un grupo de mujeres líderes del asentamiento, quienes recordaron las estructuras que había en la propiedad y cómo a través de los años algunas se mantienen.
Nisidia Vargas manifestó a El Periódico del Pueblo que cuatro meses después de la captura se dijo que en la propiedad había dinero y joyas.
“Siete personas fueron las primeras en llegar al lugar a ver si entrando la policía las iba a sacar, duraron seis meses y como nadie las sacó se quedaron. Luego siguió llegando gente hasta el día de hoy, que no cabe una casa más.
Desbarataron la casa donde vivía Caro Quintero en busca de alguna fortuna, había pisos y paredes de mármol, esferas de cemento con figuras de animales, un túnel que daba al aeropuerto. Creemos que hay dinero y oro en algún lugar”, declaró.
Vargas agregó que tras la captura del capo mexicano la propiedad se llenó de maleza.
“Algunos de los primeros residentes fallecieron, otros vendieron y se fueron. Sabemos que Caro Quintero no va a venir a que firmemos por lo que tenemos. La propiedad está a nombre de una sociedad llamada Compañía Montecarlo.
Tenemos dos pajas de agua y no pagamos, pero queremos hacerlo. Hemos trabajado mucho por tener una casa digna. Donde Caro Quintero tenía la piscina se construyó el salón comunal que todos disfrutamos”, detalló.
NUESTRO PAPÁ
Mercedes Castro, otra habitante del asentamiento, dijo que vive en ese lugar desde hace 28 años y que tres de sus cinco hijos nacieron ahí.
“Siento que no le he quitado nada. Aquí estoy por si algún día regresa, y si viene, le hacemos fiesta porque nos dejó el terreno. Gracias a él estamos con casa, es como un papá para nosotros.
He escuchado que tenía joyas y armas de puro oro. La casa era muy lujosa, pero se llevaron el piso. En los alrededores de mi casa quedan tres árboles de eucalipto bastante altos, los sembraron en la época de Caro Quintero”, narró.
Castro dijo que al inicio fue difícil porque estando embarazada le tocó caminar mucho por calles en malas condiciones.
“Compré mi pedazo de tierra en ¢450.000. La gente le dice a uno que si no le da miedo vivir en un lugar que fue de un narcotraficante y la verdad es que no me da miedo vivir donde lo hizo él”, añadió.
Trinidad Guzmán, habitante del asentamiento, manifestó que los muros de concreto siguen intactos y algunas paredes de la residencia del narco mexicano colindan con varias casas.
“Jalábamos el agua con pichingas, había mucho barreal y hasta pleitos por el agua. Compramos el lote en ¢8.000. Dimos un abanico y un televisor, y aun así quedaban intereses.
Cuando agarraron a Caro Quintero muchas pistolas y joyas quedaron en el banco, mientras que en la propiedad había una piscina y en una de las paredes una catarata. La casa de él era muy grande y tenía cuadros lindísimos, cuando éramos niños jugábamos”, aseguró.
EN CASA DEL GUARDA
Marco Tulio Chavarría tiene 30 años de vivir en el precario, pero su casa no es cualquier lugar.
“Vivo en lo que fue el lugar donde residía el guarda de la propiedad de Caro Quintero. Una casa bien hecha, sus paredes, su pintura, el piso y hasta la pila de concreto están intactas, mientras que el techo de madera está algo deteriorado, pero aguanta.
El lugar era privado. El guarda manejaba el portón, ya que era corredizo; él sabía a quién metía y a quién no. La entrada a la casa parecía el de una iglesia, era lo más lindo. Para esa época estaban muy avanzados”, narró.
Chavarría, uno de los más antiguos en el asentamiento, afirmó que se botó el muro de la entrada para que no fuera un lugar privado.
“Cuando llegamos a la propiedad derribamos el arco que estaba en la entrada principal y que reflejaba el poderío que hubo ahí, sin embargo, lo convertimos en un ingreso público. Costó mucho traerlo al suelo, ya que era de cemento puro con mucha varilla.
Vivimos humildemente, pero muy felices, mi esposa, la niña y un hijo que hizo casa al lado atrás de la mía. Por dicha muy poco le he tenido que meter a la casa porque no hay plata”, expresó.
MANSIÓN DIVIDIDA
Durante el recorrido que hizo el equipo de DIARIO EXTRA comprobamos que aún hay largas paredes y bancas de concreto con detalles en el lugar donde estuvo la piscina.
Otras paredes hechas de ladrillo, los muros de la residencia de Caro Quintero -que hoy día alberga a cinco familias-, también se pueden ver, así como algunos rastros de lo que fue la calle de cemento, las gradas y la rotonda frente a la mansión.
En una de las casas, según los lugareños, hay un sótano que cruza la calle principal y lleva al Aeropuerto Internacional Juan Santamaría. Se cree que en ese lugar habría una galeta enterrada, sin embargo, nadie ha querido buscarla.
La calle angosta por donde desfilaron algunos lugartenientes de Caro Quintero aún es transitable, mientras que en otros puntos el agua de caño se sale del cauce, lo que genera molestia a los vecinos.
Aunque se le llama “precario” no hay ranchos y la gente que vive ahí es trabajadora, honesta y hospitalaria, no como lo pintan. Esto lo constatamos durante el recorrido por las entrañas del refugio del “Narco de narcos”, quien hoy está preso en una cárcel de máxima seguridad en México.
TERRENO
APROVECHADO
•Hay 145 viviendas en el asentamiento.
•Aproximadamente 2.000 personas lo habitan.
•90% de los habitantes son ticos.
•Terreno de17 hectáreas.
•Les donaron dos pajas de agua que no pagan.
•Los lugareños llegaron de todo el país.
•Siete personas fueron las fundadoras del asentamiento.
•La casa de Caro Quintero tenía piso y paredes de mármol.
•Piensan que debe haber dinero y joyas escondidas.
Fuente: Información brindada por los vecinos.