Estar todos los días viendo las acciones poco inteligentes, malintencionadas y hasta descaradas del gobierno definitivamente cansa y desmotiva.
Esto de percatarse un día sí y otro también de las movidas ocultas de las autoridades del Ejecutivo para golpear a las familias más necesitadas del país es indignante.
No es posible que los ciudadanos tengamos que estar ojo al cristo con la Presidencia de la República y el séquito del gabinete, cargado de ocurrencias sin sentido.
Un proyecto de ley para cobrarles impuestos a las señoras que viven de vender productos por catálogos para pagar casa, alimentar y vestir a sus hijos, que en su mayoría son jefas de hogar, es una soga al cuello.
La propia Dirección General de Tributación es la cabeza pensante de sumarles un 13% a las ventas, dinero que ya las compradoras cancelan a la empresa por los productos que adquieren.
Ahora como gran gracia quieren que el perfumito, el lápiz labial, la jarrita y el peluche de los niños, la paleta de cocina, el delantal, las cortinas y los edredones paguen otro 13%.
Lo perverso es que calladitos y como quien no quiere la cosa, con la actitud de Poncio Pilatos que hemos venido recalcando, de lavarse manos, Hacienda publica la disposición de nuevos cobros con entrada en vigencia a partir del 1 día de enero de 2021.
Su macabra intención era tomar a todos los comerciantes por catálogos, empresas y clientes manos arriba. Más vale que la Asociación de Empresas de Venta Directa se dio cuenta a tiempo e impugnó la norma, a fin de evitar un golpe a las finanzas de miles de trabajadoras.
De acuerdo con cifras de esta agrupación, que facilitó a DIARIO EXTRA, se estima que con medidas como la antes mencionada más de 200.000 hogares sufrirán el impacto. Es decir, cerca de 1 millón de personas viven de estos ingresos, si tomamos como parámetro cinco miembros por familia.
Entonces nos preguntamos una y mil veces cuál es la pretensión de las autoridades, por qué no hablar con este sector tan dinámico y negociar esos impuestos. La propia Asociación asegura que están dispuestos a conversar y lograr acuerdos, pero se sienten atacados por la espalda.
La creatividad de este gobierno para ideas poco razonables sorprende. Como decían las abuelas, “ojalá usaran toda esa inventiva para cosas positivas”, pero en vez de eso insisten en hallar la forma de golpear al pulseador, a la madre sola, a los trabajadores que buscan clientes con sudor y sangre, pues de lo contrario no comen, a los que andan para arriba y para abajo cobrando a lo polaco.
No vemos los esfuerzos de Hacienda para darle a conocer al país el rubro que se cobró el año anterior a los grandes evasores, no vemos las cifras recaudadas por contrabando y menos por elusión.
No es majadería hablar una y otra vez del tema, es realmente la molestia social a los abusos y dobles discursos de los políticos de turno que quieren darnos atolillo con el dedo.
Tiene toda la razón la legisladora María Inés Solís cuando asegura que a este gobierno solo le falta cobrar un impuesto por respirar.
No vemos a un Ejecutivo con ideas frescas para generar empleos, entonces ante esa ineficiencia ¿cómo pretende gravar los pocos ingresos de miles de familias?
Mientras eso sucede, cientos de pensionados de las universidades públicas perciben, por ejemplo, no menos de ¢10 millones en aguinaldos, y otros tantos reciben salarios de seis cifras por ostentar el puesto de catedráticos. Que lo diga el señor Alberto Salom, aliado del gobierno PAC.
En el Ministerio de Relaciones Exteriores hay 409 plazas con salario de casi ¢4 millones al mes, en la Asamblea Legislativa 936 ganan en promedio ¢2,4 millones, en Hacienda -que no predica con el ejemplo- más de 3.000 burócratas tienen remuneraciones aproximadas a los ¢2 millones y en el Poder Judicial 12.000 puestos reciben pagos mensuales que rondan los ¢2,5 millones. Ese dinero es del presupuesto nacional, plata de todos los ticos.
Señores, aquí algo anda muy mal. Lo que es bueno para el ganso es bueno para la gansa.