En una de sus últimas intervenciones el Papa Francisco, que se ha caracterizado por sus numerosos e impactantes gestos, exclamó: “Qué hermoso si cada noche, pudiéramos decir: hoy en la escuela, en la casa, en el trabajo, guiado por Dios, he realizado un gesto de amor hacia un compañero, mis padres, un anciano. ¡Qué hermoso!” En efecto, muchos medios de comunicación de distintos países han destacado el modo nuevo y original de “acercarse” del obispo de Roma a la gente, desprovisto de formas estereotipadas en el vestir, moverse, hablar y proceder en general.
Se le ve a sus anchas en lugares humildes y personas sencillas con las que le encanta caminar y a las que brinda espontáneamente su confianza, su sensibilidad, su entrega. Todo ello manifestado en un sinnúmero de gestos de humilde y amoroso acercamiento: miradas y sonrisas, inclinaciones y cariños, bendiciones y alegrías…, lo que se ha dado en llamar la “encíclica de los gestos”.
Más allá de las tradicionales celebraciones litúrgicas, catequesis masivas, recepciones diplomáticas, etc., a la mayoría nos llama la atención ese nuevo estilo de “estar” al frente de la Iglesia universal, y que inevitablemente nos remite al ejemplo de Jesús, hecho uno con los demás, pobre, atento a las necesidades de sus semejantes, que “no ha venido a que le sirvan, sino para servir y dar la vida en rescate por todos” (Marcos 10,45).
Haciéndose eco de todo ello, los participantes de la XXXIV Asamblea General Ordinaria del Consejo Episcopal Latinoamericano (Panamá, mayo 2013) concluyen, entre otras cosas, que a la luz del Evangelio y del estilo evangelizador del Papa Francisco, es necesario que, sin descuidar los grandes proyectos evangelizadores de las distintas iglesias locales, anunciemos y testimoniemos a Jesucristo con “una actitud permanente que se manifieste con opciones y gestos concretos” (Aparecida, 397).
Y añaden: “No basta el anuncio verbal. Hay que hacer vida y dar cuerpo al Evangelio a través de acciones, de “gestos” que hagan transparente la presencia del Señor. Nos lo ha enseñado el mismo Jesús, nos lo han testimoniado los numerosos santos y mártires de nuestro continente y nos lo está mostrando en modo fascinante el Papa Francisco. En el mundo de hoy, para poder evangelizar en modo eficaz, hay que privilegiar “los gestos”, hay que dar un testimonio de proximidad que entraña cercanía afectuosa, escucha, humildad, solidaridad, compasión y diálogo, reconciliación, compromiso con la justicia social y capacidad de compartir como Jesús lo hizo” (Aparecida 363) La Iglesia entera –jerarquía y fieles- es evangelizadora. En consecuencia, toda ella ha de mostrarlo en “gestos”. Pues, nada, a hacerlo ya mismo.