Friday’s, restaurante ubicado junto a la antigua tienda Arenas en Los Yoses, en San José, comenzó como un proyecto de emprendimiento en una época en la que la comida rápida estadounidense no era tan común, ahora suman cuatro las generaciones que han pasado por sus puertas.
La iniciativa surgió en 1985, cuando Carlos Huezo y su esposa, María Elizondo, llegaron procedentes de Nicaragua y decidieron comprar un terreno en la rotonda de La Bandera.
Con la idea de abrir un negocio de comida, observaron qué era lo más común en el lugar y dieron con la clave: la mayoría se limitaba a comida tradicional costarricense.
Menú particular para la época
Implementó un diseño semiformal tanto en el menú como en el ambiente del local.“En ese momento las únicas cadenas internacionales presentes eran Pizza Hut y McDonald’s con muy poca presencia. Así fue como vimos la oportunidad de introducir un concepto de comida casual con influencia norteamericana y una oferta de cocteles, que en ese entonces no existía en el país”, recordó Huezo.
Decidieron alejarse de los restaurantes formales con alfombras rojas y meseros de corbata para ofrecer un ambiente más relajado, pero sin descuidar la calidad del servicio.
En su menú sobresalían opciones poco comunes en el mercado local, como hongos empanizados, aros de cebolla de distintos tipos, “deditos de pollo” y hamburguesas de ocho onzas.
Con los años ampliaron la oferta de platillos, como el fetuccini Alfredo y el penne con pollo al pesto, en respuesta a la creciente presencia de restaurantes italianos. También integraron opciones de gastronomía argentina y asiática para deleitar todos los gustos.
Friday’s se ha mantenido competitivo gracias a cuatro pilares: la calidad del producto, el servicio adecuado, la percepción de valor por parte del cliente y la presentación impecable del establecimiento.
Administrado por la familia
La oferta de cocteles es una de las más llamativas y solicitadas por los clientes.El restaurante ha sido administrado como un negocio familiar. Sus hijos Andrea, David, Carlos y Gustavo han participado en distintas etapas, desde la hotelería hasta la gastronomía.
“Aquí hemos celebrado las graduaciones de nuestros hijos, los cumpleaños y hasta cuando nos casamos”, comentó el fundador con nostalgia.
Uno de ellos, chef de profesión, contribuye a la incursión en la cocina fusión con platos como ceviche frito y pollo teriyaki.
Su hija Andrea, graduada del Cordon Bleu en pastelería, desarrolló la oferta de postres.
Además de los familiares directos, otros parientes también trabajaron en la empresa: un sobrino se desempeñó como gerente de bebidas y de planta en varios locales, mientras que una prima de Huezo asumió el rol de anfitriona.
Después de 40 años el negocio está en venta. “Andrea tiene su propio negocio, David está con su proyecto de granolas y sus otros hijos también tienen sus emprendimientos”, aseguró Huezo.
Aunque siente pasión por su trabajo, a sus 67 años pretende dedicar más tiempo a su familia, especialmente a su nieto, y disfrutar de nuevos momentos, aunque no descarta regresar al sector en el futuro.
Carlos Huezo
Fundador y propietario
“Espero que el comprador continúe con el legado de este negocio familiar”.
