Las organizaciones políticas han dejado de ser espacios efectivos para la formación de liderazgos sólidos y comprometidos a largo plazo.
Si analizamos los últimos cincuenta años, hay una pérdida de la visión ideológica que incide en la coherencia de las propuestas. Pensar en las agrupaciones políticas como plataformas electorales, en lugar de movimientos con objetivos a largo plazo, afecta la credibilidad en la política y lesiona los valores democráticos.
Los partidos tradicionales han desatendido los mecanismos para identificar, capacitar y promover nuevos liderazgos, vitales para asumir las riendas del país y recuperar la esperanza en que podemos resolver nuestros problemas.
La política tradicional prioriza necesidades o intereses inmediatos para ganar elecciones, a costa de la construcción de liderazgos sostenibles. Esto fomenta promesas imposibles en lugar de líderes visionarios.
La mayoría de los ciudadanos perciben a las agrupaciones políticas como estructuras obsoletas y desconectadas de sus intereses y metas.
Estoy convencida en la formación de liderazgos desde las bases, los distritos y cantones, en donde los alcaldes, regidores, concejales y síndicos pueden hacer la diferencia. Debemos invertir en el desarrollo de esos liderazgos que puedan alcanzar niveles más altos de representación política.
Otro aspecto medular es el establecimiento de programas internos de capacitación en los partidos y no solamente con respecto a su ideología o visión. Para ello se requiere trabajar con organismos nacionales e internacionales, para desarrollar programas orientados a la capacitación de líderes, la promoción de valores cívicos, la gestión pública, la negociación, la organización del Estado, entre otros.
El gran error de muchos de los liderazgos en los partidos políticos tradicionales es que en lugar de trabajar por el fortalecimiento y permanencia del partido en el tiempo, se enfocan en aferrarse al poder.
No ceden espacios en el momento oportuno y sacrifican la formación y capacitación de nuevos liderazgos. Los verdaderos líderes reconocen que su papel es formar una nueva generación que garantice la continuidad y la renovación de los partidos, y con ello proteger y garantizar que la democracia perdure en el tiempo.
Los partidos políticos deben preocuparse por formar ciudadanos activos, con liderazgos basados en ética y valores para procurar fortalecer el sistema democrático republicano.
Pongamos mano a la obra para que todos los que estén en posiciones de dirección partidaria logren estos objetivos, tan necesarios dentro de la información sobre la temática cívico electoral.