Se avecinan grandes cambios a lo interno del Ministerio de Hacienda con la aprobación del proyecto conocido como “Hacienda Digital para el Bicentenario” el cual dotará al Estado de un contrato de préstamo con el Banco Mundial por la suma de $156.640.000.
Este proyecto tiene como finalidad actualizar los sistemas del Ministerio los cuales se encuentran obsoletos (59 sistemas desintegrados, con una edad promedio de 19 años), con el fin de mejorar la recaudación, la gestión del gasto público y disminuir la evasión fiscal.
Pero, debemos preguntarnos: ¿qué cambios podemos esperar con Hacienda Digital? Lo primero a considerar es que el Fisco tendrá en su poder prácticamente la totalidad de la información que requiere para corroborar el cumplimiento de las obligaciones.
Se destaca que, una de las características de la era digital es la facilidad del acceso a la información, sin embargo, el verdadero trabajo se encuentra en su análisis. Así, aunque la Administración tenga en su poder dicha información, los resultados -sean positivos o negativos- dependerán de la capacidad para procesarla.
Para esto es indispensable que la Administración: 1) tome en consideración los modelos operativos de las empresas, pues un régimen apartado de la realidad económica resultaría confiscatorio e inoperante 2) utilice la experiencia de otros países y las disposiciones internacionales aplicables.
Ahora bien, los cambios a lo interno de cada empresa frente a Hacienda Digital dependerán de los sistemas que actualmente utilice y su capacidad de adaptación o modificación. Cada contribuyente deberá tener su proceso de digitalización para el cual deberá considerar diferentes factores, por ejemplo: consideraciones de la actividad que realiza, sistemas contables que utiliza, nuevas disposiciones normativas (…).
Para realizar estos cambios se debe contar con la integración de equipos interdisciplinarios, en los cuales se tenga el conocimiento de las leyes fiscales, la normativa contable y los criterios técnicos en informática y sistemas, que permitan al contribuyente adaptar a su actividad diaria las disposiciones tributarias en las que se requiera del uso de la tecnología.
Finalmente, el proceso de digitalización no será inmediato, sino que estará sujeto a prueba y error (como se da con la facturación digital y Cabys), así que los contribuyentes deben estar atentos y contar con las herramientas para hacer frente a los cambios.