Esta es mi última columna semanal antes de las Navidades. Gracias al Grupo Extra por permitirme ejercer, libremente, este periodismo de opinión y crítica.
Dice una antigua historia: “Un abuelo le dijo a su nieto: hijo mío, dentro de cada uno de nosotros hay una batalla entre dos lobos. Uno es malvado y es la ira, la envidia, el resentimiento, la inferioridad, las mentiras y el ego. El otro es benévolo y es la dicha, la paz, el amor, la esperanza, la humildad, la bondad, la empatía y la verdad. El niño pensó un poco y preguntó: ¿abuelo, qué lobo gana? El viejo y sabio abuelo le respondió: el que alimentas”.
En estos días de Navidad y celebración, de reflexión y descanso, en la intimidad de nuestra familia y con los seres más queridos, alimentemos los sentimientos benévolos y positivos de dicha, paz, amor, esperanza, humildad, bondad, empatía y verdad.
Preparémonos así para el año 2025. Pidámosle al Dios Todopoderoso que elimine de nuestro espíritu los sentimientos negativos de ira, envidia, resentimiento, inferioridad y, sobre todas las cosas, la mentira y el ego que todo lo confunden y que tanto daño hacen a las personas, la sociedad y la convivencia democrática en paz y entre iguales, a la que estamos obligados.
Más que eso: propongámonos que esos nobles sentimientos profundicen la vida en libertad y en democracia que hemos decidido construir y darnos en Costa Rica.
Un sistema de organización política de la sociedad y un Estado Social de Derecho que siempre es mejorable y perfectible, si de verdad y con autenticidad y coherencia, por medio del diálogo patriótico, sabemos dejar por fuera la mentira y los egos para construir, juntos, un mejor país y una sociedad más próspera y feliz, en que las oportunidades reales de progreso económico y bienestar social y espiritual nos sean dados a todos y a todas por igual.
Ninguna ley, ni la Constitución Política, están escritas en piedra y el debate y la confrontación, libre y democrática de ideas y propuestas de solución a los críticos y muchos problemas nacionales, debe ser siempre una constante en Costa Rica. Hagámoslo por el auténtico “camino costarricense” y no por otro.
En estos días de alegría familiar, meditemos y reflexionemos con serenidad y en paz. Pensemos mucho en el futuro que nos merecemos en Costa Rica y… celebremos la bendita venida de Jesucristo con nuestros seres más amados.