Una aparente riña entre bandas dejó como resultado la muerte del nicaragüense Rusell Ortiz Ibarra, la cual tuvo lugar frente al condominio Vilma en La Aurora de Heredia, problemática que en apariencia es promovida por exreos dedicados al narcotráfico.
De acuerdo con lugareños, el sector estuvo tranquilo durante 9 meses, pues no se volvieron a presentar balaceras o asaltos y los transeúntes podían andar sin miedo en las calles.
Sin embargo, este jueves, cuando Rusell y otras dos personas se encontraban en las afueras del condominio, volvió el terror.
Las víctimas estaban dentro de un Hyundai Accent color vino y placa 563029 esperando que el oficial de seguridad les abriera para entrar, en ese momento se les acercaron dos sujetos a bordo de una motocicleta y les dispararon en varias ocasiones. Luego de esto se dieron a la fuga.
Rusell fue impactado en el tórax cinco veces aproximadamente. “A él lo trasladaron al hospital de Heredia donde falleció”, dijo el Organismo de Investigación Judicial (OIJ).
Además, de acuerdo con los judiciales, los otros dos fueron trasladados al Hospital México, “de ellos no se tienen mayor información hasta el momento”, acotaron los agentes.
LLEGARON LOS VIEJOS
Lugareños manifestaron de manera confidencial que, al parecer, los más rudos del territorio, cuyas identidades prefirieron no decir, estuvieron un tiempo recluidos tras las rejas y, por ello, personas de otras zonas al ver el campo vacío se adueñaron.
Tiempo después los “propietarios” originales de La Aurora salieron de la cárcel y volvieron por lo que era suyo.
Es por esta razón que ahora tanto culpables como sospechosos deben cuidarse, pues cualquier cosa podría pasar.
DIARIO EXTRA se desplazó durante varias horas por la zona, pero después del reciente crimen no observó presencia policial. Tampoco había muchas personas en las calles.
DETALLES
Se intentó ubicar a la familia del ahora fallecido para conocer los detalles acerca de lo sucedido, pero esto no fue posible.
El Periódico de Más Venta en Costa Rica se dio cuenta de que Rusell convivía con sus dos hijas y su esposa.
En el lugar, aún se observan rastros de sangre donde balearon a las víctimas.