El interés que mostremos por el movimiento comunal debe traducirse en una fuerte unión en defensa de la autonomía, la democracia y la libertad de los ciudadanos en todas y cada una de las asociaciones de desarrollo integral, uniones cantonales y federaciones de desarrollo de la comunidad.
Servidores comunitarios, hombres y mujeres, jóvenes y adultos que trabajan sin paga, haciéndolo con mucho sacrificio y una mística extraordinaria por el progreso y bienestar de sus comunidades, deben unirse para exigir un mayor respeto, combatir la manipulación, la restricción de la libertad de pensamiento y la violación del derecho de libre organización y democracia participativa.
Unirnos todos en los barrios, cantones y provincias evitando la invasión en la estampida desesperada de los políticos de campaña por ocupar, mantener o subir de puesto en un estado ingobernable que le da muchas ventajas a todo aquel que quiera convertirse en un burócrata de lujo, un parásito de la sociedad o un corrupto sin escrúpulos.
Las maniobras divisionistas y el clientelismo político junto al proceso de transformación de muchas organizaciones sociales, incluyendo las asociaciones de desarrollo en verdaderas trincheras de campaña electoral, exige de los auténticos líderes y dirigentes comunales un mayor compromiso en la lucha reivindicativa del movimiento comunal.
La intromisión agresiva de la política electoral en las organizaciones comunales disminuye la buena comunicación, minan las relaciones, disgrega y confunde el pensamiento entre los habitantes originando una gran desmotivación y abandono en la realización de los proyectos que aseguran el progreso de los pueblos.
Cuando se asume sistemáticamente una planeación o dirección totalitaria en un círculo cerrado en que solo unos cuantos cerebros de políticos de campaña, dominan y son dueños de la verdad absoluta a nivel nacional o local, imponiendo sus sistemas de control, bloqueando estratégicamente todas las iniciativas y puntos de vista que no concuerdan con sus intereses o los de su agrupación, se considera un atentado contra la libre expresión, los derechos constitucionales y la participación voluntaria y desinteresada de los líderes, dirigentes comunitarios y los ciudadanos organizados.
La estrategia de manipulación y desplazamiento del auténtico servidor comunitario por ese politiquillo de campaña electoral cuyo único interés es meramente personal o familiar, convierte la solidaridad, la unión, la lealtad y la lucha por el desarrollo de los pueblos en una dependencia política, egoísta, ociosa y paternalista.
Necesitamos dirigentes que representen a su comunidad, que obedezcan y trabajen por las necesidades de un pueblo; nuestro movimiento comunal ahora más que nunca necesita de líderes carismáticos, idealistas, con carácter que dirijan, inspiren y luchen con todo y contra todo, decididos a denunciar ya; ahora, rescatar a las comunidades, reunirse y analizar este tema para mantenerlas lejos de la ambición, el egoísmo, la contaminación y el dominio de la política electoral.
Ocupemos el lugar que nos corresponde, en la lucha de ampliar nuestra democracia participativa, nuestra autonomía y libertad.
Mejoremos nuestra comunicación para unirnos, levantar la voz, exigir y reclamar.