Uno de los grandes problemas en la actualidad a nivel mundial es el sedentarismo, el cual provoca sobrepeso y obesidad. Debemos cambiar el estilo de vida, pero a la vez alimentarnos bien y reconocer el problema en sí. La nutricionista Hannia León menciona que muchas acciones las realizamos porque son conceptos aprendidos desde niños, razón por la que se han quedado muy consolidados en nuestras familias.
Uno de los grandes problemas en la actualidad a nivel mundial es el sedentarismo, el cual provoca sobrepeso y obesidad. Debemos cambiar el estilo de vida, pero a la vez alimentarnos bien y reconocer el problema en sí. La nutricionista Hannia León menciona que muchas acciones las realizamos porque son conceptos aprendidos desde niños, razón por la que se han quedado muy consolidados en nuestras familias.
¿Qué es lo más importante?
– Lo importante es reconocer que tenemos una situación alrededor y que hay un aumento en la obesidad, pero que no empieza a los 25 o a los 30 años, sino a edades tempranas, donde aprendemos a comer, movernos y cómo hacerle frente al estrés.
¿Puede haber un solo factor para ser obeso?
– El problema es que la obesidad es multifactorial. Si no como bien o hago ejercicios y además no sé cómo enfrentar la vida habrá ansiedad y podemos comer más o menos. Hay un problema de obesidad en toda la región y en el mundo, al cual que hay que enfrentar desde todas las perspectivas. Hablamos de movimiento, de vida familiar y participación de los hijos.
¿Cómo hacer para que no lleguen a sedentarios?
– Número uno con el ejemplo de los padres, debemos instarlos a hacer actividad física y también que como país tengamos ambientes seguros, porque no todos pueden pagar un gimnasio. Algunas municipalidades cierran sus vías los domingos para andar en patineta y bicicleta, entre otras iniciativas.
¿Quiénes son otros que pueden intervenir?
– Luego está el entorno controlado como las escuelas y los colegios. El Gobierno debe fomentar que haya clases de Educación Física, pero ni en el 50% de las instituciones tienen un profesor para esto. Antes esa materia era como las otras. El ejemplo es fundamental, pues los hijos trabajan más por eso que con decirles algo. Tenemos una vida muy sedentaria. La mayoría pasa ocho horas en la escuela y muchas veces llegan a la casa a hacer tareas o a jugar un videojuego. El nivel de sedentarismo es terrible en el país.
¿Qué analiza de la alimentación?
– Es muy importante. Si bien es cierto los patrones han cambiado en Costa Rica y en la región no es que podamos decir que estamos más obesos por consumir algún alimento. La dieta ha cambiado y también la frecuencia de consumir alimentos con más grasas y azúcares es mayor. Comemos más de todo en general.
¿Tiene un ejemplo de esto?
– Recuerdo que antes uno llevaba un ‘sanguchito’ pequeño a la escuela y ahora no. Todo aumentó en cantidad y tamaño, entonces el punto clave es que la sociedad necesita educación nutricional. No hay alimento malo o bueno, sino que lo malo es cómo se usa y con qué frecuencia. Además, le sumamos los hábitos como comer arroz, frijoles, fideos, plátano y tortilla. Necesitamos educación.
¿Hay alguna propuesta contra el sedentarismo?
– Hay una de la Universidad Nacional, de la Escuela de Ciencias del Movimiento Humano y Calidad de Vida, donde le pide a Ilsi Mesoamérica, una Organización no gubernamental, de la cual soy su Directora Ejecutiva, que les ayudemos a financiar un proyecto de investigación sobre sedentarismo, sobrepeso y obesidad.
¿Qué buscan?
– Las razones y nivel del sedentarismo. Hay un plan piloto para ver cuáles actividades físicas les gustan más a los niños. Debemos saber qué pasa en los recreos y porque los hombres juegan bola y ellas no. Podemos ponerle música a las niñas. Tenemos a ocho universidades con sus académicos que dan una orientación moderna.
¿Hay algo a corto plazo?
– En junio habrá una reunión aquí para dar capacitación e iniciar la investigación en el campo. En seis o siete meses se tendrían los datos. Trabajamos la red de universidades, junto al aporte de los ministerios de educación de cada país para llegar a un objetivo que nunca se ha logrado.