Los ambientes laborales, las instituciones educativas y otros contextos modernos presentan desafíos únicos para la evangelización, a menudo marcados por la secularización y la indiferencia hacia la fe. En este contexto, la misión es clara: los cristianos estamos llamados a ser misioneros en estos espacios, para transformar la cultura a través de nuestro testimonio y palabra.
Como señala el Papa Francisco: “Algunas patologías van en aumento. El miedo y la desesperación se apoderan del corazón de numerosas personas, incluso en los llamados países ricos. La alegría de vivir frecuentemente se apaga, la falta de respeto y la violencia crecen, y la inequidad se vuelve cada vez más evidente. Hay que luchar para vivir, y a menudo, para vivir con dignidad” (Papa Francisco, Evangelii Gaudium, n. 52).
En muchos lugares, las instituciones que antes eran profundamente influenciadas por principios cristianos ahora operan en un marco de neutralidad religiosa o incluso de escepticismo. Los centros educativos y lugares de trabajo se han convertido en campos donde la religión a menudo se ve con recelo o indiferencia. Este entorno puede presentar desafíos significativos para la misión cristiana, pero también ofrece oportunidades para un testimonio efectivo y relevante, por parte de los cristianos allí presentes.
En el lugar de trabajo, los cristianos a menudo enfrentan un ambiente donde la fe no se discute abiertamente y donde se valoran otras prioridades como el éxito y la competencia. Sin embargo, es precisamente en estos contextos donde la vida cristiana auténtica debe manifestarse. La integridad, la ética y la actitud de servicio son formas en las que los cristianos pueden reflejar los principios del Reino de Dios.
Es urgente, por tanto, vivir una vida cristiana auténtica en todo lugar. La coherencia entre lo que se predica y lo que se practica es esencial. Los valores cristianos deben ser evidentes en la forma en que tratamos a los demás, en nuestra ética laboral y en nuestras interacciones cotidianas. Esto no solo sirve como un testimonio poderoso, sino que también abre puertas para conversaciones sobre la fe.
Un cristiano que testimonia su fe experimenta una profunda felicidad que nace de la autenticidad de su vida en Cristo. Ser testigo de Cristo implica vivir de acuerdo con sus enseñanzas, reflejando su amor y su verdad en cada acción y palabra.
A través de plataformas digitales, como redes sociales, blogs y podcasts, los cristianos pueden compartir mensajes de esperanza, testimonio y enseñanza bíblica de manera amplia y accesible. Estos recursos permiten conectar con audiencias no cercanas al caminar eclesial.
La indiferencia o el rechazo hacia la fe puede ser desalentador, pero la perseverancia y la oración son esenciales para enfrentar estos desafíos y confiar en que Dios está actuando misteriosamente.
En este mes de las misiones les invito a reflexionar sobre cómo podemos ser misioneros efectivos en los nuevos espacios.
*Arzobispo Metropolitano de San José