Nos preparamos para vivir un evento deportivo que atrae a millones, literalmente, millones de aficionados alrededor del mundo, el Mundial de Futbol. Este, sin embargo, será un mundial diferente en el que por un lado estrellas como Neymar, Messi, Cristiano Ronaldo y Navas dirán adiós a las canchas y, por otro, los señalamientos sobre la forma como se eligió la sede y como se realizaron los preparativos lo convierten en un evento en el que la polémica disputará el protagonismo con el espectáculo, los jugadores, el arbitraje, la organización y el innegable atractivo de una increíble ciudad construida en medio del desierto.
Recuerdo aquella primera vez en que Costa Rica llegó al mundial en Italia 90, en el país se vivían tiempos difíciles, la crisis económica agobiaba al gobierno, los recursos eran escasos y las condiciones que enfrentaba nuestra selección no eran distintas. Las penurias que nuestros jugadores habían enfrentado para llegar al mundial eran increíbles, algunos de los muchachos no contaban con siquiera con un buen par de tacos, las camisetas escaseaban al punto que hay una anécdota que pocos conocen o recuerdan.
Cuentan que, en uno de los encuentros preparatorios de fogueo ya en Europa y a pocos días del mundial, nuestros muchachos al final del partido intercambiaron camisetas con los rivales… minutos después tuvieron que pasar por la pena de ir al camerino de equipo contrario para pedir las camisetas de vuelta porque… no había suficientes para los juegos del mundial.
Esas carencias, sin embargo, lejos de disminuirlos les formó el carácter y fueron ellos los que abrieron camino para que los costarricenses pudiéramos seguir soñando, para que nuevas generaciones de deportistas creyeran que teníamos la capacidad y el potencial de llegar a jugar con los grandes.
Nombres como Róger Flores, Gabelo Conejo, Hernán Medford, Alexandre Guimaraes, Juan Cayaso que debutó con el primer gol de nuestra historia en un mundial, el Óscar Ramírez, German Chavarría, Ronald González, Claudio Jara entre otros, nos hicieron celebrar en la Avenida Segunda, nos permitieron hacer a un lado nuestras diferencias y ser un solo pueblo unidos por el amor a la camiseta y a Costa Rica.
Bora Milutinovic había sido el artífice, él era quien había hecho posible que nuestros jóvenes futbolistas creyeran en sí mismos, que aprendieran a superar las limitaciones y a base de esfuerzo, dedicación y un férreo entrenamiento logró conformar un equipo de hombres que confiaban los unos en los otros, que se apoyaban entre sí y tenían una misma visión y meta: dejar en alto el nombre de Costa Rica.
Después de ellos, otros han seguido sus pasos… con mayores o menores éxitos, pero no podemos negar sus aportes para que hoy estemos de nuevo en el Mundial, ignorar o querer desconocer el esfuerzo que desde siempre han puesto nuestros jugadores ser sería injusto e ingrato, pues de su experiencia se ha aprendido y sus errores han permitido mejorar; triunfos como en el Mundial del 2014, con Bryan Ruiz como nuestro capitán, han permitido que nuestra selección crezca y se supere.
Es cierto que nos tocó un grupo difícil, pero no más difícil que cuando enfrentamos a los tres excampeones del mundo y lo último que necesitan nuestros muchachos es que, sentados desde la comodidad de nuestra casa o con los amigos, los demos por vencidos, juzgando su desempeño y desconociendo el trabajo y la dedicación de quienes se sudan la camiseta dentro y fuera de la cancha y de quienes a lo largo de los años le han ido dando forma al futbol de Costa Rica.
Hoy es buen momento para recordar que reconocer los logros del pasado no demerita nunca, enaltece; que aplaudir a nuestros jugadores es más que solidaridad, es creer y reconocer el esfuerzo y el sacrificio de todos quienes han hecho posible que hoy estemos de nuevo en un mundial, incluidas sus familias.
Espero que al igual que en el 90 nos unamos para soñar, celebrar y apoyar a nuestra selección, lo mismo que para enseñar a las nuevas generaciones que el éxito no se construye en un día, que del pasado se aprende para superar escollos, que criticar sin aportar no contribuye en nada, que las carencias se pueden superar cuando hay pasión y compromiso y que el carácter se forja ante a la adversidad. Rescatar estas lecciones de vida puede ser que no cambien el resultado del Mundial de Qatar, pero sí puede cambiarnos a nosotros y al país.
El resultado final es impredecible, pero sea cual sea este lo importante es ser agradecidos y reconocer el trabajo, el sacrificio, la disciplina y el coraje de nuestros jugadores y de quienes hicieron posible que hoy estemos disfrutando del Mundial de Qatar.
¡Gracias muchachos, que el Señor los acompañe!