Bogotá. (EFE) – Las tramas de espionaje reaparecieron en la política colombiana con las denuncias sobre una supuesta central de inteligencia militar clandestina que operaba desde un local de fachada y que tenía en la mira, entre otros, a los negociadores del gobierno en las conversaciones de paz con las FARC.
El nuevo episodio, revelado por la edición digital de la revista Semana, se hizo público cuando el país todavía no ha conocido una sola condena por el anterior escándalo de escuchas ilegales, que estalló en 2009 en el seno del desarticulado Departamento Administrativo de Seguridad. Al tratarse en esta ocasión de una conspiración urdida al parecer por unidades de inteligencia del Ejército y sin el consentimiento del gobierno, el presidente Juan Manuel Santos salió a hacer una fuerte condena y exigir una investigación \”a fondo\” del caso.
De acuerdo con la publicación, que en 15 meses de investigación consultó a 25 fuentes, un capitán que pertenece al batallón de Inteligencia Técnica del Ejército Número 1 dirigió desde setiembre de 2012 un centro de interceptación en un local que funcionaba como restaurante y escuela de informática para \”hackers\”.