Costa Rica se encuentra en un punto crucial de su estrategia de seguridad nacional. La instalación de escáneres en puertos estratégicos no constituye simplemente un avance tecnológico, sino una declaración contundente de nuestro compromiso para combatir el narcotráfico y proteger la integridad de nuestro comercio internacional.
La reciente donación del Gobierno de Estados Unidos, que incluye dos escáneres y dos drones de largo alcance, representa más que un apoyo material. Significa un espaldarazo a nuestra determinación de ser un país responsable en la lucha contra las organizaciones criminales transnacionales.
Los datos son reveladores. Históricamente, nuestros puertos se han utilizado como puntos de tránsito para el narcotráfico, comprometiendo nuestra reputación internacional. Las incautaciones de drogas en muelles europeos han puesto en entredicho la confiabilidad de nuestras exportaciones. Hoy, con la implementación de tecnología de punta como dichos dispositivos, estamos demostrando un cambio radical y damos un mensaje de confianza al mundo.
La estrategia es integral. No se trata solamente de instalar equipos, sino de desarrollar capacidades técnicas y profesionales. El Centro Integrado de Identificación de Objetivos (CIIO), que integra múltiples ministerios, ejemplifica la coordinación institucional para enfrentar este flagelo.
Los escáneres permitirán revisar hasta 1.000 contenedores diariamente, con el objetivo ambicioso de analizar el 100% de las cargas. En puertos como Caldera, donde el 80% del movimiento es de importación, esta herramienta se vuelve fundamental para garantizar la seguridad nacional.
Pero la lucha no es solo tecnológica. La respuesta institucional se está fortaleciendo incluso en el ámbito legislativo. El expediente 24.379, que busca sancionar con severidad el daño a dispositivos antinarcotráfico, demuestra una voluntad política decidida de cerrar espacios a la criminalidad.
Los grupos delictivos han demostrado su capacidad de adaptación, migrando sus rutas y estrategias. Por eso, la respuesta estatal debe ser igualmente dinámica y multidimensional. Los escáneres resultan apenas una pieza en un complejo sistema de seguridad que requiere inversión constante, capacitación permanente y cooperación internacional.
La donación estadounidense, valorada en aproximadamente 24 millones de dólares, no es un gasto, sino una inversión en la seguridad regional. Detrás de cada contenedor escaneado hay familias protegidas, economías preservadas y la posibilidad de construir un futuro libre de la amenaza del narcotráfico.
Costa Rica está enviando un mensaje claro al mundo: no seremos un eslabón débil en la cadena de la seguridad internacional. Nuestra soberanía se defiende con tecnología, inteligencia y un compromiso inquebrantable de preservar la paz y el orden.
Estos dispositivos son más que máquinas. Se trata de símbolos de nuestra resistencia contra el crimen organizado y nuestra determinación de seguir siendo un país tanto de instituciones fuertes como de principios sólidos.