Costa Rica enfrenta un reto impostergable: la necesidad de concluir obras de infraestructura vial en los plazos establecidos, especialmente aquellas de la envergadura de la Circunvalación Norte.
Esta obra, largamente esperada, no solo representa un alivio para los miles de conductores que a diario enfrentan congestionamientos interminables, sino que también constituye una pieza clave para reactivar el desarrollo económico y social del país.
No debemos permitir que los retrasos se conviertan en una constante y en un obstáculo para la competitividad nacional.
El sector productivo y el privado claman por una infraestructura moderna y funcional. Las empresas necesitan rutas ágiles para transportar sus productos y servicios, minimizar costos operativos y maximizar su productividad, sin embargo, la falta de infraestructura eficiente sigue siendo una piedra en el zapato.
En un país donde las materias primas y las cargas sociales ya encarecen las operaciones, la infraestructura deficiente termina por ser el golpe final que nos resta competitividad frente a otras naciones.
La Circunvalación Norte, proyectada para ser una vía de descongestión estratégica, no debe seguir en la lista de obras que “se retrasan por factores externos” o que “enfrentan imprevistos”. Los costarricenses hemos escuchado estas excusas durante demasiado tiempo.
A cada año de retraso el costo de no actuar se incrementa: en el tráfico perdido, en oportunidades laborales desaprovechadas y en el deterioro de la calidad de vida de la población.
Urge un compromiso renovado por parte de las autoridades, los contratistas y todos los involucrados en que la fecha de entrega se respete.
Más allá de esta obra específica, Costa Rica debe replantearse cómo aborda los grandes proyectos viales. Es fundamental que el país adopte una visión de mediano y largo plazos, dejando atrás el conformismo que ha caracterizado su gestión en infraestructura.
La incapacidad de entregar proyectos clave a tiempo no solo afecta la movilidad, sino también la percepción de inversores extranjeros que ven en esta ineficiencia una barrera para confiar en el país como destino de sus capitales.
Un factor clave es la burocracia. Procesos engorrosos, permisos interminables y falta de coordinación interinstitucional han sido una constante en el retraso de obras viales.
Pero este panorama puede cambiar. Existen ejemplos en la región y el mundo de cómo se pueden acelerar las obras manteniendo altos estándares de calidad. Es momento de adoptar buenas prácticas y exigir responsabilidad a quienes tienen en sus manos su avance.
Asimismo, debemos invertir en el desarrollo de capacidades locales. La educación y la formación de talento humano especializado en ingeniería, logística y gestión de proyectos son esenciales para garantizar que el país pueda ejecutar obras con eficiencia y calidad. Este enfoque no solo nos permitirá ser más autónomos, sino que también contribuirá a generar empleo de calidad.
El discurso del “no se puede” o del “se va a retrasar” debe quedar en el pasado. En su lugar debe prevalecer una actitud de “sí se puede”, respaldada por un compromiso firme y acciones concretas.
La Circunvalación Norte debe ser un ejemplo de que Costa Rica tiene la capacidad de planificar, ejecutar y concluir proyectos de gran magnitud en los tiempos estipulados.
Es el momento de demostrar que podemos superar los desafíos y trabajar juntos hacia un futuro en el que la infraestructura sea un motor de progreso y bienestar.
El tiempo perdido en congestionamientos no solo es tiempo que los costarricenses podrían estar dedicando a sus familias o actividades productivas, es también un reflejo de cómo la ineficiencia afecta nuestra calidad de vida.
Por ello no debemos seguir aplazando la modernización de nuestras vías. El país necesita avanzar y la Circunvalación Norte es el punto de partida para mostrar que cuando hay voluntad todo es posible.
Costa Rica no puede darse el lujo de perder más tiempo. Es hora de demostrar que estamos listos para dejar atrás las excusas y avanzar con determinación hacia un país más competitivo, eficiente y próspero.