Costa Rica es un país con escasas oportunidades laborales y altos niveles de pobreza, advierte el Informe del Estado de la Nación 2022, una iniciativa de las Universidades públicas desde hace 28 años.
Este estudio, en asocio con la Defensoría de los Habitantes y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, se constituye en la principal radiografía para la toma de decisiones estratégicas garantes para la sostenibilidad del desarrollo humano, en todos los sectores de la población.
Tras el paso de la pandemia por el Covid-19, la recuperación mundial, y de la que Costa Rica no está exenta, es lenta, insuficiente y desigual. Bajo este panorama, una consecuencia local, cita la investigación, es el abandono del contrato social.
En la periferia nacional el golpe económico en las clases más necesitadas es letal. La destrucción de empleo en las poblaciones fuera del Área Metropolitana terminó por hundir un barco que naufragaba desde antes de la emergencia sanitaria. Sin empleo la pobreza crece y el rostro de la miseria se asoma por las calles, donde la clase media hoy es solo un espíritu errante en la geografía nacional. Y si a ese anillo le sumamos los nuevos “migrantes económicos”, el atolladero social es caótico.
El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) reveló que, al tercer trimestre del 2022, unas 297 mil personas están desempleadas, entre las que aparecen 165 mil mujeres como las más afectadas. En pobreza, cerca de 400 mil hogares y 1.329.757 costarricenses viven bajo esa línea.
Ante la falta de trabajo y sin recursos para sobrevivir, la llamada clase media en nuestro país es historia. La ausencia de oportunidades ensancha la banda de la desigualdad, principalmente en las zonas costeras donde la situación se complica, con la búsqueda de salidas fáciles.
El gobierno entrante hace esfuerzos con ayudas paliativas a familias pobres, insuficientes en el tiempo por la ausencia de fuentes de empleo, donde un elemento estabilizador como la agricultura en la zona rural, tenderá a desaparecer por causa de las importaciones o de políticas públicas para la promoción de la producción nacional y el rescate financiero sectorial. Por ahora el mundial de Qatar, las festividades navideñas y los salarios extras de fin e inicio de año, salvan la heredada y eventual explosión social que se avecina. Érase una vez el país más feliz del mundo.