La población mundial envejece a un ritmo progresivo, se prevé que para el año 2040 habrá más ancianos que niños. Nuestro país no es ajeno a este problema.
Según lo informó DIARIO EXTRA (21-mar-13), con datos obtenidos del Instituto Nacional de Estadística y Censos para el año 2050 la cantidad de adultos mayores en el país pasará de 316 mil a 1 millón, mientras que para ese mismo año se estima un decrecimiento poblacional de los niños, pues pasarán de 1.123.686 en el 2012 a 956.183 en el 2050.
En los países envejecidos de Europa, los índices de dependencia, que es la relación entre la población activa (que trabaja) y la pasiva (que no trabaja) va en aumento, esto por causa precisamente de este desequilibrio. Lo idóneo sería, que la población que trabaja sea mayor que los que no trabajan, pues éstos últimos dependen de los primeros.
Este desequilibrio trae repercusiones fatales, como por ejemplo: excesivas cargas para la Seguridad Social respecto de las pensiones; se afecta la prestación de otros servicios sociales a la totalidad de la población; se tienen serios desequilibrios en las estructuras de producción y de consumo; además impacta las áreas sociales y económicas importantes que tienen una conexión estrecha con la edad, como son, por ejemplo, la educación, la vivienda y la atención sanitaria.
Lo que está pasando no debe asombrar a nadie. Desde el año 2004, Costa Rica tiene una tasa global de fecundidad (TGF) de 2,06 que es menor a la que se requiere para reemplazar la población. Es decir: las parejas están teniendo menos hijos que los que se necesitan para reemplazarse a sí mismos.
La TGF: es el número de hijos e hijas que en promedio tendría cada mujer al final del periodo fértil, si durante su vida tiene sus hijos e hijas de acuerdo a las tasas de fecundidad por edad observadas en el país y año de interés y, además estas mujeres no están afectadas por la mortalidad desde el nacimiento hasta el final de periodo fértil. Cuando la TGF de un país es de 2,1 hijos por mujer, se dice que la fecundidad está a nivel de reemplazo.
El último año que tuvimos una TGF superior al de reemplazo fue en el año 2002 de 2,11. El año pasado la TGF fue apenas de 1,88 hijos por mujer.
Esta situación se refleja en las pirámides de población, en las que se nota que la población ya no mantiene una base joven como en años anteriores (cuando al menos del 25 por ciento de la población era menor de 15 años). La pirámide poblacional costarricense tiende hacia una forma más rectangular, lo que denota precisamente un proceso de envejecimiento paulatino.
¿Cómo revertir este proceso? Sólo con políticas de fomento de la natalidad y apoyo a la familia. Urge que el Gobierno implemente verdaderas políticas familiares correctoras del desequilibrio demográfico que desde hace años se constata en Costa Rica. Como por ejemplo: se debe promover un cambio de mentalidad en cuanto a la reproducción humana (actualmente se presenta como algo “malo”); se necesita invertir en medidas que permitan a la mujer que labora fuera del hogar conciliar armoniosamente la vida familiar y laboral (por ejemplo: el tele-trabajo, la promoción de centros de cuido infantil); el estado debe dejar de difundir sistemática e irresponsablemente los anticonceptivos y la esterilización; además se debe advertir a la población que las mujeres comienzan a experimentar una disminución en su fertilidad a partir de los 30 años y otras políticas públicas similares.
En la Asamblea legislativa se tramita el proyecto de ley 16887, que es una reforma a la Ley General de Salud, para incluir un capítulo sobre salud sexual y reproductiva que promueve entre otros los preservativos, otros anticonceptivos, la esterilización, la anticoncepción de emergencia y el aborto. De aprobarse esa ley: ¿Cuál será el impacto en la pirámide poblacional costarricense?
El asunto es preocupante y merece una reflexión seria por parte de las autoridades de nuestro país.