Costa Rica enfrenta una crisis silenciosa en sus aulas. Con apenas 148 psicólogos para atender a más de un millón de estudiantes, el Ministerio de Educación Pública (MEP) arrastra un déficit grave en la atención de la salud mental infantil y juvenil. Esta cifra equivale a un solo profesional por cada 7.200 alumnos, una proporción alarmante e insostenible ante el aumento de trastornos emocionales reportados en las escuelas y colegios del país.
El propio jerarca del MEP, José Leonardo Sánchez, confirmó a Diario Extra que desde hace años se frenaron las contrataciones de estos profesionales, pese a que la situación exige una respuesta urgente.
No se trata solo de números. Detrás de cada estadística hay un niño o una niña con ansiedad, un adolescente con síntomas depresivos o una víctima de acoso escolar sin alguien capacitado para escucharle.
El Observatorio de la Educación de la Universidad Americana reveló que el 65,1% de los docentes percibe un deterioro en la salud mental de su estudiantado, y el 86% ha notado un aumento de casos de ansiedad y depresión. Ante esta realidad, contar con personal profesional en psicología no es un lujo, sino una necesidad impostergable.
“La salud mental debe dejar de ser un tema marginal en la política educativa. Instamos al MEP a priorizar la contratación de psicólogos y orientadores, no como una meta a largo plazo, sino como una acción urgente y vital para preservar el presente y futuro de miles de estudiantes”
El Colegio de Profesionales en Psicología ha advertido con claridad que, sin especialistas en los centros educativos, muchas señales de alerta podrían pasar desapercibidas. Lo más preocupante es que esta carencia pone en riesgo el cumplimiento de iniciativas clave, como el expediente 24.528, que busca implementar un plan nacional de salud mental en el sistema educativo.
La situación de los orientadores escolares tampoco es alentadora: apenas 1.748 profesionales intentan cubrir las necesidades de más de 5.000 centros educativos. Esta carga resulta imposible, más aún en un contexto donde el acoso, la violencia, la ansiedad y el abandono escolar se han convertido en fenómenos recurrentes.
El país no puede seguir postergando el cuidado emocional de su población más joven.
La salud mental debe dejar de ser un tema marginal en la política educativa. Instamos al MEP a priorizar la contratación de psicólogos y orientadores, no como una meta a largo plazo, sino como una acción urgente y vital para preservar el presente y futuro de miles de estudiantes.