Alejandro Zawadzki W.
Ingeniero
Llegan a mi memoria, y recurrentemente, los recuerdos del tren a Limón, pasando por la Estación de Cartago; ciertas diabluras que mi amigo de infancia Jorge Salazar y yo hacíamos por las cuales nuestras buenas “regañadas” recibimos.
Tiempos de la Northern, cuando los diferentes pasos por Tuis, el Codo del Diablo, y otros más sufrían deslizamientos, los ríos dañaban puentes. El paso hacia Turrialba y Limón se veía interrumpido, causando muchos perjuicios a la economía, exportaciones y traslado de personas.
Recuerdo también a mi padrino Frank Czul, viendo cómo hacía para desplazarse a la zona afectada, y comenzar en el campo, con otros especialistas a resolver la situación que tenían entre manos, ya que el tren, como le contaba a mamá “nie moze sie zatrzymac” (el tren no puede parar). Recuerdo haberlo visto después de algunos días (no muy largos) llegar agotado, cansado y sin afeitar a contarle que el problema estaba arreglado “temporalmente” y a esperar la época donde no llovía para hacer las reparaciones correspondientes, pero decía con gran satisfacción “ya el tren pasa”, lento y con cuidado (ostroznie), palabra que pedí me explicaran. Pero repetía con gran orgullo “pasa, pasa”. Y nos relataba los trabajos y cómo habían resuelto.
Ahora, con consternación oigo y veo cómo están abordando el deslizamiento acaecido en la Cuesta del Fierro, por los actuales responsables de la buena operación de la vía a Cartago, por el “modus operandi”, imagino, en una oficina, a ver cómo se puede solucionar, qué acciones tomar, quién lo podrá hacer, etc. etc.
Unos días después de ese estudio, nos salen diciendo, ¡los trabajos para reparar tardarán unos tres meses! Ups, si don Frank estuviera con vida, me imagino el “patatús” que le daría y a los dueños de la Northern el colapso cardíaco que sufrirían y el “dolor de bolsillo” que tendrían por la falta de ingresos, y el colapso de la economía, con el Gobierno en sus espaldas y la responsabilidad que tenían.
Deseo fervientemente y sugiero, con visión de poder cooperar, buscar las fotografías de antaño, de la Northern Railway Company, donde se testimonian las diferentes posibilidades de reparación urgente y viables para solucionar, en caso de “guerra”, como la que estamos viviendo los cartagineses en la actualidad.
Sin ir más lejos en el tiempo, sugiero ver las fotografías del puente sobre el río Reventado después de las inundaciones de 1963, eso es eficiencia y prontitud vista en el campo de trabajo, en el lugar de los hechos y con la mira puesta en servir.
No quisiera terminar esta reflexión sin antes decir que, en tiempos de guerra, hay que actuar como en tiempos de guerra, que gracias a Dios y a la Virgencita nunca hemos tenido.