Costa Rica es un pequeño país que en el alma de sus habitantes atesora y custodia el bienestar, la dignidad y la felicidad de su gente, del trabajo que realizan y de la alegría que expresan cada día. No ha sido fácil este estilo de desarrollo, pero ha sido placentero y justo.
En el siglo XIX, poco después de alcanzada la independencia nacional, los costarricenses crearon un Estado de Derecho, promovieron la educación pública gratuita y la formación de las mujeres, abrieron su economía al mundo a través de las primeras exportaciones cafetaleras e impulsaron la creación de una clase social media de pequeños y medianos propietarios agrícolas.
Hacia finales de la primera mitad del siglo XX, entre 1940 y 1948, se forjó en el país una alianza política, inédita en América Latina, que unió en un mismo bloque de fuerzas a cristianos, liberales y marxistas. Esa alianza, liderada por el presidente de la República, Rafael Ángel Calderón Guardia, por el líder comunista Manuel Mora Valverde, y por monseñor Víctor Manuel Sanabria Martínez, promovió la creación de la Universidad de Costa Rica, la aprobación del Código de Trabajo, la introducción del capítulo de Garantías Sociales en la Constitución Política, la Ley de casas baratas, e inició esfuerzos en materia de distribución de la propiedad agraria y del desarrollo industrial.
Sobre la base de esta reforma social sin precedentes en América Latina, la Asamblea Nacional Constituyente de 1949 creó el nuevo Estado Social de Derecho, reafirmó la proscripción del ejército decretada por el Movimiento de Liberación Nacional liderado por José Figueres Ferrer, y colocó los fundamentos de un estilo de desarrollo que privilegió el fortalecimiento industrial y agrario, al tiempo que favorecía la creación de una extensa clase social media vinculada a las actividades estatales.
Fue en este marco histórico que Costa Rica se transformó, en el cortísimo plazo de treinta años, en una nación de renta media con vocación de apertura constante a la economía mundial; circunstancia que al profundizarse nos ha llevado a las puertas del desarrollo humano integral y socialmente inclusivo.
Al sobrevenir la crisis económica internacional de finales de los años setenta y comprobarse la necesidad de fortalecer los sistemas productivos internos enlazándolos a la economía global, el país definió una estrategia de desarrollo hacia afuera.
Desde entonces, en el transcurso de los últimos 31 años contados a partir de 1982, Costa Rica ha reiterado su vocación progresista, democrática y modernizadora.
Al tiempo que promueve la apertura comercial y la inserción en las grandes corrientes del desarrollo global, el país se esfuerza cada día por asegurar la calidad de la educación pública, la universalidad de los servicios de salud, la seguridad, la modernización de la infraestructura y el cumplimiento pleno de los derechos humanos y laborales.
Bajo la presión de la crisis económica internacional desatada en 2008, Costa Rica permanece fiel a su historia y a sus ideales. Apoyamos sin reservas el diálogo social, igual que lo hicieron nuestros ancestros.
Hoy, como ayer, Costa Rica profundiza su compromiso con la erradicación de la pobreza extrema, la reducción de la pobreza, la disminución de la desigualdad social, la inserción en la economía global, la expansión y fortalecimiento de las clases sociales medias, la promoción y protección de los derechos humanos, la libertad y la paz.
Sabemos, por nuestra experiencia, que en el centro de estos propósitos se encuentra el trabajo decente.
No hay progreso social sin trabajo decente, y no hay trabajo digno del ser humano, sin un sistema productivo que genere empleos de calidad, y sin un sistema social que ofrezca oportunidades universales de salud, educación, vivienda, seguridad, cultura y vigencia irrestricta de los derechos humanos y laborales.
Cualquiera sea el ingreso económico disponible por una persona o una familia, debe existir una red básica de protección social que le asegure empleo, educación, salud, seguridad y vivienda a lo largo de la vida.
Convencido de esto, con el apoyo irrestricto y solidario de la presidenta de Costa Rica, Laura Chinchilla Miranda, y desde la presidencia pro témpore del Consejo de Ministros de Trabajo de Centroamérica y República Dominicana, y de los ministros y ministras de Trabajo de la región, hemos impulsado una agenda estratégica regional para asuntos laborales y de trabajo del Sistema de la Integración Centroamericana, y en este momento estamos finalizando el diseño de un plan de acción regional que concreta, según las condiciones de cada país, esa agenda estratégica regional.
Es esta la vía elegida para que el trabajo decente sea el núcleo generador de un desarrollo sostenible socialmente inclusivo en la región, y para que Centroamérica una su voz e incida en el diálogo internacional vinculado a la agenda de desarrollo posterior a 2015.
Es un honor ser parte del diálogo global en procura de construir un mundo justo, basado en la libertad, en la paz, en la justicia y en el trabajo decente de sus habitantes.
*Ministro de Trabajo y Seguridad Social de Costa Rica, Presidente del Consejo de Ministros de Trabajo y Seguridad Social de Centroamérica y República Dominicana.