El patrimonio cultural de una nación no se limita a sus monumentos, documentos históricos o tradiciones orales. La música, en su diversidad de géneros y expresiones, también constituye un testimonio invaluable de la identidad de un pueblo.
En Costa Rica el Ministerio de Cultura y Juventud (MCJ) tomó la decisión de fortalecer la conservación de este legado con la campaña “El sonido de nuestra identidad”, iniciativa que pretende enriquecer la Fonoteca Nacional con producciones musicales nacionales.
Este esfuerzo, desarrollado en conjunto con la Asociación de Compositores y Autores Musicales de Costa Rica (ACAM), es un llamado a artistas, compositores y productores para que donen copias de sus obras a la Fonoteca Nacional, unidad encargada de resguardar el patrimonio sonoro del país.
El objetivo es claro: garantizar que la riqueza musical costarricense no se pierda con el paso del tiempo y que futuras generaciones tengan acceso a la historia sonora del país.
La Fonoteca Nacional, creada en 2014, ha sido un baluarte en la recuperación, conservación y difusión del acervo musical costarricense.
Sin embargo, la tarea de preservar este patrimonio es compleja, especialmente en un contexto en el que la digitalización y el acceso masivo a la música han generado una paradoja: si bien es cierto nunca ha sido tan fácil escuchar y distribuir música, también ha aumentado el riesgo de que producciones importantes se pierdan entre la sobrecarga de información.
Sin un esfuerzo institucional sólido, muchas de las obras que forman parte de la identidad cultural del país podrían desaparecer sin dejar rastro.
“El sonido de nuestra identidad” tendrá una duración de dos meses y contará con difusión en redes sociales, televisión y radio.
La estrategia de comunicación se basa en la participación de artistas reconocidos como Guadalupe Urbina, Mari Laguna, Gandhi, Elena Zúñiga, Karol Barboza, la agrupación Endemia y Andrés Cervilla.
Estos músicos han prestado su voz e imagen para concienciar a la comunidad artística sobre la importancia de resguardar sus obras en la Fonoteca Nacional.
Además diversas instituciones, como el Sistema Nacional de Bibliotecas, el Centro Nacional de la Música y la Dirección de Bandas, han sumado esfuerzos para amplificar el mensaje.
Más allá de la recolección de material, esta iniciativa representa una reflexión sobre la necesidad de valorar la música nacional como parte de la memoria histórica del país.
En un mundo globalizado, donde las tendencias musicales internacionales suelen imponerse con fuerza, la identidad sonora costarricense necesita espacios donde pueda mantenerse viva y accesible.
La Fonoteca Nacional cumple precisamente esa función: ser un archivo vivo, un testimonio de la creatividad y el talento costarricenses.
Este esfuerzo también debería abrir la puerta a más políticas culturales que fomenten la producción, distribución y promoción de la música nacional. No basta con preservar el pasado; es necesario impulsar el presente y proyectar el futuro del arte costarricense.
La existencia de un repositorio sonoro debe complementarse con programas de apoyo a los músicos, incentivos a la creación y acceso a espacios de difusión que permitan que estas obras lleguen a más público.
El llamado del Ministerio de Cultura y Juventud y ACAM es, sin duda, una oportunidad para que los artistas se conviertan en guardianes de su propio legado. La música tiene el poder de contar historias, de transmitir emociones y de conectar generaciones.
Asegurar su permanencia en la memoria colectiva es una responsabilidad compartida entre el Estado, los creadores y la sociedad en general.
Costa Rica debe celebrar este tipo de iniciativas, pues contribuyen a reforzar su identidad cultural y a reconocer la valiosa labor de sus músicos.
La Fonoteca Nacional es mucho más que un archivo: es un puente entre el pasado y el futuro, un refugio para la memoria sonora de la nación y un testimonio de la riqueza artística que define al país.