Inculcar miedo, terror a las personas en particular, y a la población en general, ha sido uno de los muchos instrumentos de manipulación que han utilizado los sistemas políticos y los sectores de poder a lo largo de la historia. En la Edad Media se inventaron las vaginas con dientes y los penes con garfios para asustar a la gente. La invasión o conquista de América, por los europeos, tampoco fue la excepción y el miedo y la amenaza de recibir grandes desgracias llevaron a la sumisión y explotación de nuestra civilización y cultura indoamericana.
Haciéndole creer al mundo que la democracia estaba en peligro, el gobierno norteamericano bombardeó Irak destruyendo la cuna de la humanidad y dejando miles de muertos civiles e inocentes.
El miedo, el temor, la ingenuidad y la ignorancia han sido elementos muy importantes utilizados por quienes ostentan el poder político y económico, para mantener su suntuosa forma de vida y despilfarrar solapadamente miles y miles de millones que no les pertenecen.
Es una estrategia de los grupos dominantes hacerle creer al pueblo que van a perder grandes cosas.
Pero lo que no dicen es que quienes van a perder son ellos, los que por muchos años han estado gobernando y han derrochado y malgastado los dineros de ese mismo pueblo al cual hoy recurren asustándolo para proteger sus propios intereses.
Quienes han manejado el poder durante muchos años se enquistan en él y ven el mandato como un objeto más de su propiedad.
Convierten al sistema democrático en una estructura o telaraña mafiosa cuyo único fin es su propio bienestar y beneficio, condenando a la exclusión y el olvido a las grandes masas de la población que un día confiaron en ellos. Sin embargo, como un círculo vicioso, vuelven a recurrir a ese mismo pueblo cuando ven amenazados sus privilegios y gollerías. Pero no todos los pueblos se dejan engañar por quienes durante muchos años han hecho oídos sordos a sus lamentos.
El desempleo, la delincuencia, la corrupción política, el abuso del poder, la marginación, el hambre, la falta de oportunidades…… han hecho que los pueblos tomen conciencia y asuman la responsabilidad que les corresponde.
Al igual que en la época del referendo, en la cual se recurrió al “memorándum del miedo”, para las elecciones de 2014 asustó a la población haciéndole creer que la democracia costarricense está en peligro porque un candidato joven y un partido nuevo estaban arriba en las encuestas gracias a las preferencias que miles de costarricenses han manifestado.
Sería interesante que el pueblo se hiciera estas preguntas ¿Quiénes serán los que verdaderamente tienen miedo? ¿Por qué nunca sintieron miedo cuando malversaron los dineros de la CCSS, del ICE, de la Trocha, de Fodesaf, entre muchos otros desfalcos? ¿En vez del pueblo, no serán algunos sectores político-económicos los que tienen miedo de perder sus fuentes de enriquecimiento ilícito? ¿No será más bien que unos cuantos políticos y empresarios tienen miedo de perder la “gallina de los huevos de oro” que tantas corruptelas les ha permitido?.
¿Por qué tenerle miedo a quien ofrece mejores condiciones de vida a aquellos que nunca la han tenido?
No debemos temer a quien promete combatir la corrupción, mejorar las condiciones de instituciones como la CCSS, el ICE, AyA; la educación, bajar el precio de las medicinas, eliminar el tope de cesantía, más y mejores salarios.
Hay un refrán popular que dice que “el frío no está en las cobijas”. Esta es una filosofía que la podemos aplicar.
Podemos decir con mucha seguridad que “el miedo no está en el pueblo”, el miedo lo tienen aquellos que durante muchos años creyeron que podían engullirse el dinero sin sufrir ninguna consecuencia.
Pero los sectores populares son sabios, y aquel otro refrán que dice “quien nada debe, nada teme”, se vuelve contra los políticos tradicionales que hoy buscan inculcarle miedo al pueblo, cuando quienes más miedo tienen son ellos porque están viendo cómo lentamente el pueblo despierta y les cobra muchos años de corruptelas y abandono de los más necesitados.
*Profesor de Filosofía y Humanidades de la UCR