El manejo de los residuos sólidos debería ocupar un lugar prioritario en la agenda nacional. Más allá de las políticas impulsadas por el Gobierno Central, las municipalidades tienen un papel esencial que desempeñar.
La experiencia de San Pablo de Heredia, cantón reconocido por la Contraloría General de la República como el único con una calificación avanzada en el manejo de residuos sólidos, es una muestra clara de cómo el trabajo local puede marcar la diferencia en la sostenibilidad ambiental.
El caso de este pequeño centro de población herediano destaca por su enfoque integral y educativo.
San Pablo ha asumido la gestión ambiental como uno de los ejes principales de su administración, lo que le ha permitido recolectar material valorizable semanalmente en todos sus distritos.
Este esfuerzo, sin embargo, no se limita a la recolección: también incluye un componente educativo clave, con charlas dirigidas a los vecinos para capacitarlos sobre la correcta separación de los materiales reciclables. Esta labor fomenta un cambio cultural indispensable para lograr un sistema de reciclaje verdaderamente efectivo.
El proceso educativo no solo empodera a los ciudadanos, sino que también asegura que los materiales recolectados lleguen en condiciones óptimas a los centros de acopio.
Este nivel de compromiso y planificación debe ser un ejemplo para otros cantones. Si bien muchas municipalidades cuentan con programas de recolección de reciclables, pocos logran un impacto significativo porque no incorporan la educación como un pilar fundamental. Recoger materiales no es suficiente; se requiere involucrar a la ciudadanía y garantizar que los residuos sean gestionados de forma adecuada desde su origen.
El modelo de San Pablo también evidencia el papel crucial que los gobiernos locales pueden desempeñar en la lucha contra el cambio climático. El manejo responsable de los residuos sólidos contribuye a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, disminuye la cantidad de desechos que llegan a los rellenos sanitarios y promueve una economía circular basada en la reutilización de recursos.
Estas acciones, aunque locales, tienen un impacto global significativo, sobre todo en Costa Rica, que se proyecta al mundo como un líder en sostenibilidad ambiental.
Es evidente que replicar este modelo requiere voluntad política, planificación estratégica y recursos. Sin embargo, los beneficios superan con creces las inversiones pertinentes.
Un sistema de reciclaje eficiente no solo protege el medioambiente, sino que también puede generar empleo, reducir costos asociados al manejo de desechos y fortalecer la imagen de las comunidades como territorios responsables y comprometidos con el desarrollo sostenible.
Además, adoptar un enfoque de reciclaje integral puede convertirse en un beneficio competitivo para el sector productivo. En un mundo cada vez más consciente de la sostenibilidad, las empresas buscan operar en entornos que respalden sus objetivos de responsabilidad social y ambiental.
Los cantones que implementen sistemas avanzados de gestión de residuos estarán mejor posicionados para atraer inversiones y fomentar una economía verde.
La actualidad, sin embargo, nos enfrenta a un panorama desalentador. La mayoría de los cantones del país aún tienen sistemas de manejo de residuos ineficientes, que no solo afectan la calidad de vida de los habitantes, sino que también ponen en riesgo los recursos naturales y los ecosistemas locales. No podemos seguir posponiendo la acción.
Es hora de que los municipios tomen las riendas y vean el manejo de residuos no como una carga, sino como una oportunidad para innovar y liderar.
El ejemplo de San Pablo de Heredia demuestra que Costa Rica está preparada para este gran salto. No se trata de reinventar la rueda, sino de replicar buenas prácticas y adaptarlas a las realidades de cada comunidad.
Las futuras generaciones agradecerán que, en este momento crítico, tomemos las decisiones correctas. El cambio climático no espera, y la gestión responsable de los residuos es un paso crucial para enfrentarlo.
Como país, debemos asumir el compromiso de convertirnos en un referente mundial no solo en biodiversidad, sino también en la gestión de nuestros recursos. Si queremos construir un futuro sostenible, no basta con discursos; hacen falta acción, liderazgo y, sobre todo, la colaboración de todos los actores sociales, desde las comunidades hasta las autoridades locales y nacionales.
San Pablo de Heredia nos da un ejemplo claro de que el cambio es posible. Sigamos esa senda, trabajemos juntos.