Ya sea como ingrediente de platos fuertes o bocadillos, el queso destaca entre los productos más utilizados, pues posee importantes propiedades nutricionales.
Se trata de una fuente de proteína de alto valor biológico que además aporta calcio, fósforo, junto con vitaminas A y D. Sus componentes lo hacen especialmente favorecedor para el desarrollo de huesos y dientes.Sin embargo, por los riesgos que supone su proceso de fabricación, debe buscarlo de buena calidad, ya que los alimentos elaborados sin las condiciones de higiene básicas exponen al consumidor a enfermedades. Así que el principio general a la hora de elegir el más saludable consiste en conocer la empresa que lo elabora, pues esto asegurará las buenas condiciones de fabricación, que comprende el punto de partida de la calidad.Curiosamente, el queso será más saludable o menos saludable según el estado de salud de quien lo consume, debido a que padecimientos como la hipertensión arterial, el colesterol, problemas intestinales o hepáticos influyen en el efecto de su consumo.
Algunos muy saludables para algunas personas no lo son para otras. Sobre todo, si estas últimas padecen de intolerancia a alguno de sus componentes.En atención a esto, es importante conocer los tipos de quesos como punto de partida para elegir el producto lácteo idóneo para su organismo:
Queso fresco: Se elabora mediante un proceso de cuajado y deshidratación de la leche. No requiere de maduración ni de estacionamiento. Es imprescindible mantenerlo en el refrigerador a 3 o 4 grados centígrados. En este grupo se incluyen las variedades mozzarella, queso blanco prensado, molido, cottage y feta. Está listo para el consumo en cuanto acaba el proceso de fabricación. Suele considerarse el queso más saludable.
Queso madurado: Este tipo de queso, después de fabricado, requiere mantenerse a temperatura y condiciones capaces de provocar cambios físicos y químicos que le son propios. Se caracteriza por su aroma intenso y sabor fuerte. Entre los más populares se encuentran el cheddar, gouda, Monterrey Jack, emmental, parmesano y edam. Tienen un alto contenido en grasa, hecho que debe tomarse en cuenta a la hora del consumo.
Queso procesado: Se fabrica a partir de dos o más quesos que se funden. En su procesamiento se eliminan aquellos microorganismos que le otorgan sabor a los quesos naturales, por eso resulta un tanto insulso al paladar.Esta ausencia de sabor se suele compensar con el agregado de sal. Se corta usando máquinas, por lo que es un queso ideal para meriendas y sándwiches. Las personas afectadas por hipertensión arterial deben olvidarse de consumir quesos procesados.
Queso ricotta: Se elabora a partir del suero de leche de vaca. Tiene una textura firme y ligeramente granulada. Contiene la mitad de sal que el queso cottage, el doble de calcio y zinc y cuatro veces más de vitamina A. Es frecuentemente utilizado como ingrediente para alimentos elaborados, como rellenos y postres.No es necesario dejar de comer queso. La clave está en integrar el más saludable atendiendo a algunos principios que permitirán mantener este alimento en la mesa, evitando así perjudicar la salud. Hoy en día, la industria láctea comercializa quesos con menores porcentajes de grasa y sodio.Se recomienda que los adultos consuman unos 30 gramos de queso al día como máximo.