La coherencia es una virtud ética muy escasa en política.
Hay que reconocer que el presidente Donald Trump, en forma coherente con sus promesas electorales, ha hecho, en un mes, todo lo que dijo en su campaña política que iba a hacer. El resultado es que el “mundo está al revés” de cómo era y cómo venía siendo casi que desde el fin de la II Guerra Mundial.
El presidente Trump ha decidido “marcar la cancha” desde Washington y lo está haciendo. Ese es el dato objetivo y la realidad pura y dura. Estamos ante una nueva realidad geopolítica y de poder mundial. Ese es, sin duda, el hecho político más importante del presente y sus implicaciones son impredecibles.
Todos queremos la paz en Europa y que acabe la guerra de Israel y Palestina.
Esta semana, en el Consejo de Seguridad, así como en la Asamblea General de las Naciones Unidas, los Estados Unidos votaron, junto a China y Rusia, en contra de una resolución de la Unión Europea, su histórico aliado, para condenar fuertemente la censurable invasión militar de Rusia a Ucrania.
No fue suficiente la visita a Washington del presidente de Francia para convencer a Trump de no dejar a Ucrania y a la Unión Europea fuera de sus negociaciones directas con Putin, para terminar esa invasión y la guerra.
A la vez, sus vecinos fronterizos Canadá y México, así como la Unión Europea, enfrentan una guerra de aranceles proteccionistas, porque los Estados Unidos decidieron, después de ser por décadas el gran promotor del libre comercio, la globalización y la apertura de mercados, llevar a últimas consecuencias una “guerra comercial” contra su principal competidor económico y tecnológico que es China. Es una lucha abierta por el “poder y la influencia mundial”.
Costa Rica, inevitablemente, en el medio de las Américas, deberá colocar su política internacional y de comercio exterior como su gran prioridad nacional y hacerlo con mucha visión estratégica, inteligencia política y sentido ético profundo de su dignidad y soberanía, en relación con Estados Unidos y todos los otros principales actores, sin excepción, de esta nueva realidad mundial.
Pero… eso de ser “país puente” para recibir migrantes asiáticos ilegales y cambiar el voto en las Naciones Unidas después de que el presidente Chaves recibió una alta condecoración por su “defensa incondicional” de Ucrania obliga a reflexionar y asumir posiciones críticas, precisamente, sobre el valor ético de la coherencia en política y lo que nunca debe dejar de ser Costa Rica.
¿Y usted qué opina?