Las directoras del Diario Extra entrevistaron el señor Roberto Gallardo quien fue ministro de Comunicación y que ahora está al frente de Planificación. Se supone que por los puestos que ha ocupado en esta administración ha de ser el mejor enterado del manejo de los asuntos públicos.
Las señoras periodistas muy comedidas y prudentes, lo dejaron hablar sin objetar nada de lo que decía. Ellas cumplieron su deber profesional con una altura a la que no pudo llegar el ministro.
Para el ministro la entrevista solo tuvo un propósito: defender la gestión de la Presidenta.
No lo logró. Quedó tan lejos del objetivo que bien podría decirse que hizo el ridículo. Por esto mismo no tiene sentido hacer un examen detallado del contenido de lo publicado por el DIARIO EXTRA. Por eso nos vamos a referir a algunos momentos.
Comienza el ministro atacando a los críticos de la gestión gubernamental. Tomó el camino equivocado. Los gobernantes tienen la obligación de aclarar sus actos oscuros o reconocer la razón los disgustos populares, y jamás tratar de desacreditar a quienes los critican. Este es el momento menos oportuno para tomar esta vía, cuando todavía se mantienen ocultas las “explicaciones” sobre actos de corrupción, entre los que habría que incluir el asunto relacionado con la construcción de la llamada “trocha” y la concesión de obra pública para construir una carretera a San Ramón. Estos y muchos otros asuntos huelen a podrido pero pareciera que los gobernantes, encabezados, por doña Laura, han perdido el olfato ético. Todavía se espera una explicación coherente y creíble sobre los viajes oficiales de la Presidenta en un avión prestado por una persona relacionada con actividades de narcotráfico. Este gravísimo no podrá ser ocultado bajo la losa de un par de renuncias.
Una pregunta pertinente: ¿Está preparado el gobierno para publicar los nombres de todos los partícipes en los negocios de un tal Budowski, que desde nuestro país y con pasaporte costarricense, realizó la mayor operación de lavado de dinero de la historia? Estas actividades no las pudo hacer solito, quiénes son los cómplices es una información que pone a prueba la “democracia costarricense”.
Todavía no sabemos los ticos quién fue la “autoridad política superior” que le dio refugio a Caro Quintero, delincuente perseguido por narcotraficante y asesino. Nadie puede ser considerado un buen gobernante si estos asuntos se mantienen en secreto.
La Presidenta le dijo al pueblo que había llegado a un acuerdo con la empresa concesionaria de la construcción de la carretera a San Ramón. Ahora los asaltantes pretenden que se les “pague” más de 43 millones de dólares. ¿Cuál será la conducta de doña Laura? Pagar significaría cohonestar desde el gobierno un atraco contra el pueblo y mentirle a los costarricenses.
Pagarles sería motivo suficiente para una rebelión popular. De estos asuntos no dice nada el ministro.
Según el torcido pensamiento del entrevistado los malos son los críticos. Esto, señor ministro, huele a dictadura que es también en esencia un acto de corrupción. Piden votos pero no le dicen al pueblo la verdad. Están en la calle cuando dependen de los votos, después se encierran detrás de las puertas de una caja fuerte.
El funcionario se siente orgulloso del crecimiento económico, pero apela al PIB que es una categoría engañosa porque mide actividad económica y no creación efectiva de nueva riqueza. Y esta última es la que decide el futuro de un país. No tiene en cuenta el ministro que servimos a muchas empresas recursos baratos y exenciones fiscales. Y como si esto fuera poco la sobreexplotación de los trabajadores a los que se les niega el derecho constitucional a organizarse sindicalmente.
El ministro habla de crecimiento económico pero no dice una palabra sobre cómo se distribuye la riqueza en nuestro país. Los ricos se hacen más ricos, tanto los nacionales y como los extranjeros, en tanto el pueblo es cada día más pobre.
La pobreza cunde como una mala hierba que quiebra esperanzas y lleva dolor a los hogares.
Se produce más, dicen, pero callan que también explotan más.
Para qué el aumento de la producción si los resultados son para los banqueros, los grandes empresarios y para los delincuentes de cuello blanco.
¡Señor ministro de Planificación dígale al pueblo qué es lo que usted planifica!
El ministro vive en el mejor de los mundos y los trabajadores en el peor.