Dado el protagonismo que ha cobrado el cultivo de maíz en el panorama agrícola nacional, es oportuno informar sobre la gestión que realiza el Instituto Nacional de Innovación y Transferencia en Tecnología Agropecuaria (INTA) en investigación y transferencia tecnológica en maíces criollos, como parte de los diversos trabajos que desarrolla la institución, entidad adscrita al Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) y que cumple una función muy importante en la generación de conocimiento y tecnología agropecuaria.
Nos llama la atención el protagonismo de este producto, cuando en realidad ha sufrido un proceso de reducción en su área de siembra y su importancia económica. A pesar de ello, el INTA tiene una estrategia para la conservación y uso del maíz criollo en Costa Rica. Los trabajos que derivan de esa acción constituyen el fundamento para la generación y desarrollo de nuevas variedades de maíz, que se ofrecen a los productores nacionales, a través del Programa de Investigación y Transferencia de Tecnología en Maíz (PITTA-Maíz).
El INTA se dedica a caracterizar, evaluar y desarrollar nuevos genotipos originados del cruzamiento de materiales criollos con variedades experimentales y mejoradas, así como híbridos experimentales y comerciales.
En este último caso, constituyen una buena parte de los maíces que se siembran comercialmente en el país.
Los agricultores cuentan con información y tecnología que les permite tomar decisiones apropiadas acerca del híbrido que seleccionan para sembrar en sus campos.
El INTA ofrece a productores y técnicos, tecnología, capacitación e información técnica acorde a las necesidades agroecológicas del maíz, ya que los proyectos de investigación surgen de las necesidades particulares y nacionales del sector agropecuario, aspecto que se construye de manera participativa entre agricultores y técnicos.
Desde el 2003, la institución se ha abocado a la colecta y repatriación de los materiales criollos que todavía existen en el país y en el ámbito internacional, con el fin de conservarlos y utilizarlos en el desarrollo de nuevas variedades, así como caracterizar las existentes. Entre estas variedades tenemos: Los Diamantes 8843, UPIAV-G6, PROTEINTA, Nutrigrano, JSaénz y EJN2, tanto de grano blanco como amarillo y con características particulares como alta calidad de proteína y amplia adaptación a las condiciones ambientales del cultivo.
Algunas de estas variedades fueron dadas al INTA para su evaluación por el Centro Internacional para el Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) con sede en México. Por otro lado, los materiales repatriados y colectados los aportaron la Universidad Nacional (UNA), la Universidad de Costa Rica (UCR), el CIMMYT y el propio INTA de sus colecciones de trabajo.
Estos materiales han sido sometidos a procesos de regeneración en campo, caracterización, conservación en cámara de frío, así como a hibridación para generar futuras variedades, conservando las originales intactas.
Los materiales criollos regenerados en campo, son el resultado de un trabajo conjunto entre el INTA y la Estación Experimental Fabio Baudrit Moreno de la UCR, mediante un proyecto financiado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), a través del Fondo Global. Sin duda, estos esfuerzos tienen como finalidad salvaguardar el patrimonio genético del maíz de Costa Rica, de manera que las futuras generaciones de técnicos, agricultores y consumidores los puedan utilizar.
El uso de las variedades criollas y mejoradas, en este último caso surgen de la generación y desarrollo llevado a cabo por el INTA, contribuye a lograr un impacto en los productores de maíz, al ofrecerles a mediano plazo alternativas y diversidad de genotipos para sembrar en sus campos y obtener mayores rendimientos, mejor tolerancia a plagas y enfermedades, así como un mejor desempeño bajo condiciones ambientales extremas, como de humedad limitada o extrema, atribuidas entre otros factores a la variabilidad climática.
El INTA cuenta con lineamientos claros que le permiten contribuir a afrontar la situación actual de la producción de maíz y del desarrollo tecnológico, entre los más importantes: colaborar en la caracterización, uso, manejo y conservación de materiales criollos; realizar acciones en el mejoramiento genético del cultivo que permitan el desarrollo de nuevas variedades; conservar en colecciones propias materiales criollos colectados y repatriados provenientes de diferentes centros de investigación nacional e internacional; utilizar el material genético de maíz disponible (variedades criollas, mejoradas y otros) para fortalecer la conservación y utilización de los recursos genéticos en programas participativos que involucren a agricultores y técnicos; y participar en la conservación de los maíces criollos y otros materiales genéticos relacionados, aprovechando la capacidad instalada y las condiciones legales existentes para tal fin.
Finalmente, debo señalar que todo este trabajo y esfuerzo proviene de una orientación técnica e institucional que el INTA ha diseñado a lo largo de muchos años de investigación en el cultivo de maíz. Estas orientaciones son fruto de un trabajo continuo y participativo que ha permitido generar experiencia entre las instituciones públicas del sector agropecuario y sobre todo del agricultor costarricense.
*MSc. Coordinador Investigación en Maíz-INTA