La separación es un proceso que involucra una serie de etapas familiares e individuales y está considerado como uno de los acontecimientos vitales que genera más estrés en la vida de una persona.
A ello, la separación es una etapa que suele ser tremendamente dolorosa y difícil de enfrentar, puede y debiera ser una experiencia susceptible de tomarse como fuente de crecimiento, de mayor conocimiento de sí mismo y de bienestar futuro y que, aun cuando significa una ruptura y genera cambios en los distintos ámbitos de la vida de una persona (afectivos, económicos, legales, sociales y personales), puede y debe permitir que esa familia continúe, a través de una reestructuración profunda del funcionamiento familiar. Esta reorganización es, en ciertas ocasiones, difícil de llevarla a cabo solo, y es ahí donde cobra importancia la ayuda psicoterapéutica.
La experiencia de separarse implica, desde el punto de vista psicológico, la vivencia de un duelo por la necesidad de aceptar el fin de un proyecto común de vida de dos personas, ese que un día un hombre y una mujer hicieron con el objetivo de vivir juntos para siempre y en el que creyeron con todas sus fuerzas. La rabia frente a este quiebre será un sentimiento muy común y esperable en esta etapa, así como también la sensación de culpa. Por ello quien viva esta experiencia requiere apoyo y comprensión de su medio social ya que su conducta en el período inicial será por lo general bastante poco entendible para el resto y por tanto equívoca.
Diversos estudios señalan que el proceso de la separación con la siguiente cadena de crisis que produce dura alrededor de 3 años, aunque en muchos casos y sobre todo en los niños, si la situación no es bien manejada, puede ser de mayor duración. El primer año resulta el más difícil de sobrellevar debido a que se intenta reorganizar la vida familiar e individual.
HOMBRE Y MUJER FRENTE A LA SEPARACIÓN
Investigaciones en el tema y la experiencia demuestran que generalmente para la mujer es más duro que para el hombre enfrentar la separación en su período inicial. Esto porque frecuentemente es ella quien queda en el hogar viviendo con los hijos y debe readecuar todo su sistema de vida afrontando la ausencia del padre en la resolución de los problemas cotidianos.
Además, generalmente aquella mujer que no trabajaba antes de la separación se ve obligada a hacerlo por la necesidad de aumentar los ingresos para el hogar.
Si la mujer, previamente a la separación, contaba con independencia el pronóstico post separación será más favorable que aquella que su vida giraba en torno a ser “esposa”, en que la sensación de angustia y vacío es más difícil de reparar.
Los hombres frente a la separación enfrentan la creencia popular de que viven en una eterna fiesta y que se llevan la mejor parte ya que recuperan su libertad completamente y pueden disfrutarla sin ningún obstáculo familiar. Sin embargo, los estudios y la experiencia demuestran que la angustia, la pena y las carencias son similares a las que vive la mujer incluso, a veces, peores por el distanciamiento de los hijos. También se debe recordar que en la gran mayoría de los casos es el hombre quien se va de la casa con el consiguiente apremio económico y estrés que eso conlleva.
LOS HIJOS
La separación de una pareja es una situación de vida difícil y fuerte que de alguna u otra manera siempre va a afectar a los hijos. Las repercusiones de una separación dependerán de la calidad de vida previa y durante la separación, de la edad de los hijos, de la edad de los padres, el número de hermanos, del apoyo de la familia extendida (tíos, abuelos, etc.) y de otros grupos sociales como la religión, el colegio, la causa de la separación, etc. Si todo lo anterior es satisfactorio, el futuro de esos niños puede ser similar al de los hijos de matrimonios intactos y la herida de la separación puede cicatrizar de mejor forma.
Ahora: las consecuencias negativas en los hijos no se producen debido a la separación en sí misma sino a la forma inadecuada y disfuncional de vivir la separación. De ahí la importancia que los padres manejen esta situación considerando siempre lo mejor para los hijos y que logren, muchas veces con ayuda psicoterapéutica, que sus conflictos como pareja no contaminen la relación con los hijos. No es raro observar cómo las parejas, movidas por su propio dolor y rabia, introducen a los hijos en el conflicto emocional y los utilizan para hacer daño a su expareja, ya sea negándoles la posibilidad de contacto con el otro cónyuge, proporcionándoles información negativa y que el niño no tiene la capacidad de procesar, etc., sin vislumbrar las profundas consecuencias que esto dejará en la personalidad futura de esos niños.
APOYO PSICOTERAPÉUTICO
Consultar a un terapeuta después de un fracaso de separación le permite elaborar adecuadamente lo vivido y a la vez estar mejor preparado para una nueva relación de pareja.
Se pueden realizar terapias individuales y familiares.
¿Está pasando por un injusto dolor de separación? Cuénteme su historia.
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