Vivimos tiempos de convulsión social en todas las latitudes del orbe desde hace algunos años, el progreso no llega, la calidad de vida no mejora y escuchamos en diferentes mesas sociales a las cuales aportamos nuestra percepción o bien nuestra verdad, tratando de comprender los sucesos y observando cómo el mundo se complica cada vez más. El Estado obeso es el culpable de gran cantidad de males que afectan nuestro diario vivir y no es cuestión de hacer que el Estado sea bueno o eficiente es que es contrario a la naturaleza misma del Estado y si a esto le sumamos la explosión tecnológica que vivimos tenemos una tormenta perfecta.
Muchas personas dicen sin titubear “el Estado somos todos”, “es nuestro garante para que todo funcione de la mejor manera”, y agregan “para que el mercado no sea salvaje y no nos devore a todos”. Estas expresiones, lamentablemente, son producto de la gran confusión de conceptos encontrados por las redes hoy en día, “es por el egoísmo del rico” escuchamos cada tres oraciones de alguien, dando por un hecho que el 1% es el mundo de los super ricos y el 99% somos sus vasallos, pero esto es desconocer cómo funcionamos como seres humanos en nuestro hábitat.
Debemos tener claro que en todos los países lo observable es el notable desgaste del Estado como ordenador de la sociedad. El Estado es violento por naturaleza, como nos lo explica ampliamente en sus obras el mejor sociólogo del siglo pasado Max Weber, este ente nunca es benévolo ni mucho menos de fiar, pues siempre dependerá de la coerción y la fuerza para funcionar. Por ejemplo, la China comunista, hizo todo bajo la ley y mató de hambre a más de cincuenta millones de chinos.
Debemos ser cristalinos al entender que el Estado nunca ha sido, ni será, un parámetro moral pues la historia nos demuestra lo inmoral y corrupto que por naturaleza es, así consta en la historia, de la Alemania Nazi, la cual amparada en un estado poderoso violó todas las normas morales básicas en Occidente.
Vivimos en un mundo globalizado donde la interconexión está literalmente a un clic de distancia, donde el Estado permanece estático ante el intercambio de bienes y servicios de la ciudadanía, donde se genera realmente la riqueza, pues los intercambios son dinámicos, el Estado es un grillete en la toma de decisiones de la gente ya que en estos intercambios nos impone un sinfín de regulaciones e impuestos, el peso de este grillete es proporcional al tamaño del Estado.
El Estado no es capaz de tomar las decisiones empresariales que el mundo exige para la generación de riqueza. Cuando se habla de generación de riqueza, se dice de aquella riqueza real, generada en el sector privado, el único con las características necesarias para crearla. El Estado, por ejemplo, no toma decisiones basadas en la valoración de riesgos al invertir, no le es posible primero porque no invierte, sino que gasta el dinero de otros, segundo porque no arriesga pues no generó esa riqueza. En el Estado hay personas como usted y como yo, con las mismas capacidades para producir riqueza, esto gracias al conocimiento tácito que tenemos todos los humanos, pero no las usan, pues el Estado, al no tener competencia, carece del incentivo, lo cual provoca que el individuo se quede en una zona de confort, sin tener necesidad o incentivo para crear riqueza.
Papá Estado toma, a través de impuestos, la riqueza ya creada por los ciudadanos del sector privado, para usarla amén del bien común, pero aquí nos encontramos con otro concepto vital, nadie es capaz de colocar la inversión en el mercado de manera más eficiente que quien la produjo, pues la generación de esa riqueza costó mucho a esa persona y será lo más precavida posible para invertirla. Pero, cuando el Estado la saca del mercado vía impuestos, no va a calcular dónde invertir pues no hay riesgo, no la generó el burócrata de turno, el cuidado minucioso de dónde poner ese dinero se pierde, así la imposibilidad de inversión del Estado está más que documentada.
Los avances tecnológicos existen desde que el hombre trató de mejorar su ambiente, así como cuando se inventó la rueda, se creó un invento tecnológico y así sucesivamente con todos los inventos de la humanidad. Hasta hace unas décadas con el invento que revolucionó la tecnología y la velocidad que conlleva un avance tecnológico, desde la era digital y el internet tenemos un crecimiento exponencial de todas las tecnologías, ya no como antes de la era de la informática, que cada ciencia llevaba su ritmo y avance tecnológico, lo que de alguna manera creaba un ritmo menos acelerado del mercado por su crecimiento natural.
Debemos recordar que los burócratas dentro del Estado no crean riqueza porque, aun cuando es trabajo, no es trabajo productivo, por ejemplo si todo el país se da a la tarea de hacer huecos en la tierra, todos tendríamos empleo, pero no habremos creado nada de riqueza, dado que ese hueco no tiene un fin comercial, caso contrario con un fin comercial, que lo define una piña extraída de un hueco en la tierra, esta puede ser vendida porque alguien la quiere, hay un impulso en la producción generado por un consumo posterior, allí hay riqueza, pero no por el hueco hecho para sacar la piña, sino por la piña misma. Es vital tener claro, el Estado malgasta recursos, no invierte, no es bondadoso, por el contrario, se comporta muy similar al criminal, pues roba por medio de impuestos que no son voluntarios y al no ser voluntarios, son tan violentos como entender la diferencia entre hacer el amor o una violación, el acto debe ser voluntario sino es un delito.
Si entendemos que el Estado no crea riqueza y no es benevolente. ¿Por qué lo necesitamos?
Este es un debate muy amplio sobre el tamaño que deben tener los Estados. ¿Cuánto es mucho Estado, cuánto es poco? El principio debe ser que es un mal necesario, desde que Thomas Hobbes nos ilustró, al entender que el ser humano quiere la gloria y está dispuesto a hacer lo que sea para alcanzarla, necesitamos leyes para protegernos unos de otros, pero este Estado también está conformado por hombres que quieren la gloria y por eso debe ser un mal controlado.
Es posible prescindir en un futuro del Estado, pero en 2020 lo cierto es que tenemos Estados obesos y debemos comprender la filosofía detrás de estos para tratar de entender la convulsión que sentimos y por qué la sola existencia del Estado nos afecta en cada paso de nuestras vidas. En principio necesitamos tribunales de justicia y policía, lo demás nos lleva a debates interminables sobre dónde debe intervenir el Estado, algunos dicen en la salud, la educación e infraestructura, estas deben de seguir teniendo al Estado como ente fiscalizador, pero no activo en los procesos dinámicos de la economía, pues siempre llegará tarde a la toma de decisiones exigidas por el mercado.
La tecnología de la informática hace que los avances sean segundos a segundo, provocando un desempleo importante, lo cual es común en primeras etapas de los monopolios naturales, por ejemplo, cuando Henry Ford inventó un automóvil para las masas, no inventó el auto, pero sí revolucionó la industria de transporte para siempre, debemos imaginar toda la industria de transporte que teníamos alrededor de caballos, volantas, cueros, maderas, establos etc. Todas estas industrias se vieron obligadas a cerrar o modificar su oferta porque el nuevo invento siempre lleva nuevas necesidades como el caucho para llantas, transistores, acero etc.
Pero esto lleva un tiempo y siempre crea desempleo, en un mundo donde estos saltos tecnológicos no eran tan agresivos los empleos no mutaban de forma drástica, pues al no existir la era digital todas las áreas del comercio tenían su propio ritmo, pero la informática hace que todas las tecnologías crezcan exponencialmente y se den desempleos en todas las áreas, pero el tiempo de reacción para poder suplir nuevas necesidades en todas las tecnologías se verá truncado, ya que quienes están llamados a crearlas estarán desempleados pues un robot tomó su lugar y ya no tendrán capacidad de ahorro ni de inversión.
Cuando hablamos de mercado, hablamos de la sumatoria de personas que viven bajo determinada constitución política tomando decisiones, eso es el mercado, no son un grupo de banqueros millonarios, ni nada por el estilo, el mercado somos todos. En este mercado, la dinámica es muy veloz, se toman decisiones cada segundo y el Estado nos limita esa velocidad de respuesta. ¿Cómo? Pues con impuestos altos, burocracia, protecciones a ciertos grupos empresariales, así como aranceles para no poder importar y una legislación laboral muy cuadrada, sumado al concepto sindical de ver al empresario como un depredador.
Cuando entendemos que, por el avance en robótica e inteligencia artificial, ineludiblemente se van a dar despidos en el sector privado, el cual mantiene el sector burocrático, lograremos ver que era ayer que debíamos reducir el Estado, pues limita la creación de nuevos empleos y, si tampoco se cierran la mayor cantidad de instituciones estatales para bajar impuestos, para que la mayor cantidad de personas estén en el sector privado, para resolver el problema natural de desempleo que tendremos y digerir que solo la innovación y emprendimiento pueden suplir las nuevas necesidades de los nuevos inventos, no veremos progreso.
Nunca fue tan urgente la reducción rápida del aparato estatal, pues debe ser como lo demuestra Estonia, donde gracias a esta explosión tecnológica el Estado es mayormente digital. El Estado debe tener los menores gastos, para bajar los costos de vida, así las personas podrán ahorrar con más facilidad y a la vez responder de mejor manera a los cambios, en este nuevo mundo tecnológico, que nos exige Estados diminutos, o sufriremos una trampa tecnológica.