(EFE, Madrid) La noción del “duende” de Federico García Lorca revive en el Museo Reina Sofía con la exposición “En el aire conmovido…”, inaugurada este martes y en la que el centro de arte explora el poder transformador de la emoción a través de las obras y reflexiones de artistas y filósofos.
Cerca de 300 obras de más de 140 creadores transitan por lo emocional utilizando como medio la infancia, los pensamientos, las caras, los gestos, los espacios y las políticas, en un recorrido por 14 salas que sigue paso a paso algunos de los versos de obras cumbre del poeta granadino.
Se trata de “una mirada de un francés sobre la intensidad española en [la obra de] García Lorca, en la idea de duende y en las emociones en general”, ha explicado el filósofo, historiador del arte y comisario de la exposición, Georges Didi-Huberman.
La emoción a través de la infancia
La muestra arranca con el manuscrito original del “Romancero Gitano” del poeta granadino, y ahonda en la mirada de los niños sobre el mundo a través de fotografías de Robert Capa y José Val del Omar, y obras de Goethe, Goya y Rossellini, entre otros.
La exploración de la conmoción continúa en el bloque de “Pensamientos”, donde Didi-Huberman aborda la emoción a través de la “Alfabetización”, materializada en la muestra en diferentes documentos de Aristóteles, Descartes o Darwin, y de la “Emancipación”, representada por grandes pensadores como Kant, Freud o Nietzsche.
Fotografías de Michel Dieuzaide, dibujos de Picasso, o la serie de espejos “Aliento” de Óscar Muñoz, entre otros, guían al espectador a través de “Caras”, donde la exposición profundiza en la expresión humana, y lo conducen hacia los “Gestos”, donde conecta con obras de Auguste Rodin, Alberto Giacometti o Salvador Dalí.
El duelo y la lucha
El itinerario continúa en “Sitios”, un bloque en el que las creaciones de Joan Miró, Simon Hantaï o Tatiana Trouvé reinterpretan el espacio como un entorno críticos, y que desemboca en “Políticas”, que aborda el duelo y la lucha con cintas como “El caballo de Turín”, de Béla Tarr y “La Rabbia” de Pier Paolo Pasolini.
El recorrido, que podrá visitarse hasta el 17 marzo, concluye de nuevo en la infancia, el lugar donde “la memoria y el deseo se mezclan”, según explica Didi-Huberman, y donde “la inocencia permite una visión utópica”, representada en la muestra con los dibujos de niños afectados por conflictos recopilados por Pierre Clastres.