La Ley sobre Regulación del Referéndum se aprobó en 2006 y desde entonces ha generado polémica, porque muchos asocian el instrumento de consulta con un generador de polarización.
Quizá por ese motivo, y el costo de realizar un proceso de este tipo, en estos 18 años únicamente se ha utilizado para enrumbar el Tratado de Libre Comercio de Centroamérica con los Estados Unidos.
Hoy nuevamente vuelven a surgir los críticos, luego de que el presidente de la República Rodrigo Chaves anunciara que ciertos proyectos deben gestionarse mediante esta figura.
Algunos asocian el tema con incapacidad para gobernar, otros aducen que en el país hay un exceso de controles que dificultan el llevar a cabo reformas para beneficio de la población.
Y para nadie es un secreto que hay temas en los que el Ejecutivo no ha topado con suerte. Este es el caso de la propuesta de venta del Banco de Costa Rica (BCR) y la construcción de Ciudad Gobierno.
De este modo, la Administración podría recurrir a una vía alterna para que los proyectos caminen sin la necesidad de tener que pasar por la dividida Asamblea Legislativa.
Si bien esto se enmarca dentro de la legalidad, podría tomar tiempo y además resulta un proceso caro, cuyo costo se presume roza los ¢3.000 millones.
Al final, significa que el pueblo sería quien tenga la última palabra sobre asuntos en los que políticamente no es posible que las partes lleguen a un acuerdo.
Desde nuestra perspectiva, no debería darse un abuso en el uso del referéndum, pero comprendemos que se vea como la única válvula de escape ante tantos obstáculos.
Un uso excesivo implicaría el querer legislar por esta vía y nos preguntamos dónde está el límite, especialmente de cara a la llegada de una campaña electoral.
La normativa establece que no podrá convocarse más de uno al año, ni tampoco durante los seis meses anteriores ni posteriores a la elección presidencial.
Resulta lamentable que los ataques, la falta de diálogo y de consenso hagan que se tenga que pensar en recurrir a esta figura para sacar el país adelante. Deberíamos ser capaces de encontrar puntos de acuerdo.