El desperdicio de alimentos no solo supone una problemática social, sino también, ambiental y económica, que nos demanda la atención de todos, desde distintas instancias del gobierno, el sector empresarial y productivo, hasta cada individuo de la sociedad.
Hoy más que nunca el tema cobra mayor importancia, porque, de acuerdo con Naciones Unidas, se trata de “una tragedia mundial” que sigue perjudicando la economía mundial y exacerbando el cambio climático, la pérdida de naturaleza, la contaminación y el agotamiento de los suelos.
Los datos de este organismo evidencian la situación que vivimos: durante el 2022, más de 1.000 millones de comidas se desperdiciaron, al día, en todos los continentes, mientras 783 millones de personas padecían hambre.
Es momento de implementar acciones y políticas para cambiar las estadísticas, porque la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Banco Mundial, estiman que un tercio de los alimentos producidos en el mundo se pierden a lo largo de la agrocadena o se desperdician a nivel de consumidor.
Es hora de tomar este tema con más responsabilidad y compromiso, por nuestro bienestar y el de las nuevas generaciones. Urge un cambio de hábitos alimentarios y de consumo, así como una mayor conciencia social en torno a esta problemática.
El reciclaje de alimentos es, sin lugar a dudas, una de esas prácticas que podemos empezar a implementar. Sabemos que nuestra salud depende, en gran medida, de las diferentes decisiones que tomamos día a día y que una de las decisiones más importantes, por su impacto en nuestra vida, es aquella relacionada con la alimentación.
Y es que ahora sabemos que nuestros hábitos alimentarios no solo afectan la salud integral de las personas, sino también la salud ambiental.
Prácticas como comprar y preparar más alimentos de los necesarios, dejar que las frutas y vegetales se dañen, descuidar la forma de almacenaje y conservación de los alimentos, o no utilizarlos antes de su fecha de vencimiento han llevado a que los alimentos no cumplan su función de nutrir y, en su lugar, se estén desechando y sumando al gran problema actual: el desperdicio de alimentos.
Una nueva tendencia, conocida como upcycling o reciclaje de alimentos, está surgiendo para cambiar la forma en que elegimos lo que consumimos. Esta práctica busca reducir el desperdicio y su impacto negativo en el medio ambiente creando productos alimenticios a partir de aquellos alimentos que generalmente no se utilizan y se terminan descartando.
Desde nuestros hogares podemos poner en práctica el reciclaje de alimentos, reformulando las recetas para darle un giro positivo a la alimentación y buscando estrategias que nos permitan sacarle el máximo provecho a los alimentos, para disminuir su desperdicio y garantizar su valor nutritivo y energético.
Reciclemos y saquemos el máximo provecho a los alimentos, pero ¿cómo lo podemos hacer?
tIncluyamos en las recetas las cáscaras, tallos y hojas de los vegetales y las frutas; estas pueden dar sabor, textura y olores agradables, además de ser una gran fuente de fibra dietética y otros nutrientes importantes para nuestra salud.
tAprovechemos todas las partes de los alimentos, como los huesos de pollo, carne o pescado, que pueden ser de gran utilidad para la elaboración de sopas, cremas o salsas.
tSaquemos el máximo provecho a las frutas y vegetales, incluso cuando estén muy maduros o a punto de dañarse; pueden utilizarse para preparar una gran variedad de recetas como mermeladas, batidos y salsas caseras.
tReciclemos los “sobrantes” de comida y démosles un nuevo uso creando recetas nuevas que podamos aprovechar de otras maneras, por ejemplo, reciclemos la carne mechada que nos sobró del almuerzo y hagamos un picadillo de chayote con trocitos de carne mechada para la cena.
tUtilicemos solo alimentos que hayan sido almacenados correctamente y se encuentren en buen estado de conservación, para evitar alguna enfermedad o afectación, por el consumo de alimentos contaminados.
Desde el Colegio de Profesionales en Nutrición, les invitamos a reciclar los alimentos y a evitar su desperdicio, pero, principalmente, a tomar conciencia sobre la necesidad de propiciar el cambio que inicia en cada hogar.