Nos bajaron de la nube. Nos apagaron las chimeneas del proyecto Gol. Se disipó el humo en el territorio nacional. España nos dejó como el “rey desnudo”, en pelotas, y sin creer en lo que nos dijeron de pretender el campeonato mundial. Usaron la lengua sin poner los pies en la cancha. Se vale pensar así, es parte del derecho constitucional.
En su camino a Doha, la suerte tricolor estaba echada desde Irak: el fracasado fogueo, a investigarse. Extraño que una selección mundialista se quedara sin “sparring”. Escondieron bien las debilidades, ante una sub-23 de Nigeria y los voluntarios de FIFA para estirar piernas.
Después nada. Entró la lengua a jugar en el cálido ambiente de Qatar. El válido sueño arrastró risas burlonas, traducidas hoy en una solemne carcajada planetaria. ¿Quién los embarcó?
España, a media máquina, nos borró en la peor participación tica en una Copa FIFA. Seguimos asustando con Brasil 14. El fantasma sigue por ahí. Usan el cuero del tigre para amedrentar a nuestros rivales. Válido, pero no alcanza, hay que jugar 90 minutos.
Triste despedida para jugadores que ya cumplieron su ciclo y que merecían retirarse por la puerta grande y con palmas en las tribunas. Al final los españoles rindieron su respeto al exmadridista.
Ahora nos queda lavarnos la cara contra Japón, la sorpresa; y Alemania, aunque presiento que el bombo español nos lo aplicarán los teutones, si buscan clasificarse y dejar eliminada a la “furia roja”. Costa Rica, si no quiere ser el “pato de la fiesta”, tiene que salir a ganar, empatar, o perder con dignidad.
Hasta el último minuto en Qatar 22, antes de que vuelva a correr el cronómetro por el “Irakgame”. Tenemos una buena camada para el 2026, lo que no sabemos es si será con el técnico de la extraña sonrisa. Habrá que meter el dedo en la llaga para no meter la pata.