El Papa Francisco, el primer Papa de América, el primer jesuita que es Papa, el primer Papa que asume el nombre de San Francisco de Asís, llega los 10 años de su pontificado.
Es el pontificado de quien es y ha sido siempre un dedicado pastor. Y su servicio a la Iglesia Católica y al mundo ha sido fundamentalmente dedicado a apacentar la feligresía, a lanzar la Iglesia a fuera de los templos, a buscar a las ovejas, a todas, y a ocuparse principalmente de quienes tienen mayor necesidad del auxilio de la Iglesia.
El Papa Francisco en su primera Encíclica sobre la fe, Lumen Fidei, que había sido iniciada por el Papa Benedicto XV nos manifiesta la centralidad de vivir para el amor a Dios y al prójimo, y que la esencia de ese amor es trasmitirlo a todas las personas, es el apostolado, es ser pastor: “Quien se ha abierto al amor de Dios, ha escuchado su voz y ha recibido su luz, no puede retener este don para sí”.
Por eso Francisco es el Papa de la Iglesia en salida, de la Iglesia que busca la oveja perdida, de la Iglesia que atiende a todos, que lleva el mensaje de amor de nuestro Salvador Jesús a todas las personas.
Además, el Papa Francisco recalca la importancia de nuestra participación como católicos en la construcción del bien común.
Ya en el primer año de su papado la Primera Exhortación Apostólica Evangelii gaudium (La Alegría del Evangelio) con claridad nos lo indicó:
“182 Las enseñanzas de la Iglesia sobre situaciones contingentes están sujetas a mayores o nuevos desarrollos y pueden ser objeto de discusión, pero no podemos evitar ser concretos —sin pretender entrar en detalles— para que los grandes principios sociales no se queden en meras generalidades que no interpelan a nadie.
Hace falta sacar sus consecuencias prácticas para que ‘puedan incidir eficazmente también en las complejas situaciones actuales’. …183. Por consiguiente, nadie puede exigirnos que releguemos la religión a la intimidad secreta de las personas, sin influencia alguna en la vida social y nacional, sin preocuparnos por la salud de las instituciones de la sociedad civil, sin opinar sobre los acontecimientos que afectan a los ciudadanos…Si bien «el orden justo de la sociedad y del Estado es una tarea principal de la política», la Iglesia «no puede ni debe quedarse al margen en la lucha por la justicia». Todos los cristianos, también los Pastores, están llamados a preocuparse por la construcción de un mundo mejor…”.
Y la consecuencia que de ese contundente razonamiento nos comunicá el Papa Francisco desde inicio de su Pontificado es igualmente categórica:
“205. ¡Pido a Dios que crezca el número de políticos capaces de entrar en un auténtico diálogo que se oriente eficazmente a sanar las raíces profundas y no la apariencia de los males de nuestro mundo! La política, tan denigrada, es una altísima vocación, es una de las formas más preciosas de la caridad, porque busca el bien común.
Tenemos que convencernos de que la caridad ‘no es sólo el principio de las micro-relaciones, como en las amistades, la familia, el pequeño grupo, sino también de las macro-relaciones, como las relaciones sociales, económicas y políticas’.
¡Ruego al Señor que nos regale más políticos a quienes les duela de verdad la sociedad, el pueblo, la vida de los pobres! Es imperioso que los gobernantes y los poderes financieros levanten la mirada y amplíen sus perspectivas, que procuren que haya trabajo digno, educación y cuidado de la salud para todos los ciudadanos. ¿Y por qué no acudir a Dios para que inspire sus planes? Estoy convencido de que a partir de una apertura a la trascendencia podría formarse una nueva mentalidad política y económica que ayudaría a superar la dicotomía absoluta entre la economía y el bien común social.”.
El centro del desarrollo que el papa Francisco hace durante estos 10 años de papado de su llamado al bien común es el rescate de la fraternidad en la vida en cada nación y entre las naciones: la cultura del encuentro, la amistad social.
Para los católicos el llamado del Papa Francisco es directo. Estamos llamados a cooperar “en la construcción de un mundo mejor”.
En las organizaciones de la comunidad, de nuestros gremios, de nuestros intereses, y SÍ, en la política. Para que en todos los órdenes prime la fraternidad.