Al girar nuestra política exterior y establecer relaciones diplomáticas con la República Popular China el proyecto se retrocedió casi a la situación en que se encontraba a finales de los noventa.
Hace quince años que se viene hablando del Centro de Convenciones. Se pensaba que con formular el proyecto vendrían en tropel los inversionistas. Se llegó a decir que sería parte de un paquete de inversión de $280 millones de dólares que aportaría la iniciativa privada.
Cuando la realidad demostró que esas eran previsiones utópicas, surgió la iniciativa de aprovechar una negociación del expresidente Pacheco con el gobierno de Taiwán para que Costa Rica aportara el terreno y los orientales el dinero de la construcción.
Al girar nuestra política exterior y establecer relaciones diplomáticas con la República Popular China el proyecto se retrocedió casi a la situación en que se encontraba a finales de los noventa.
Sin embargo, en la actual administración, el mes de mayo ha sido particularmente propicio para este importante proyecto, cuya relevancia ha sido reconocida por las últimas cuatro administraciones, pero cuya ejecución no comienza aún.
En un interesante artículo que escribió Pablo Rojas, director de proyectos del ICE se refirió a este tema en 2010 y nos alertaba sobre el peligro de ser perfeccionistas y sobre todo de ser extremadamente lentos en la ejecución de las obras importantes para el país.
En un entorno competitivo, dedicarnos a meditar y reflexionar contemplativamente puede llevarnos a la parálisis, y eso el país ya no lo soporta.
Luego de un proceso de negociación, con los naturales estira y encoge, el 15 de mayo de 2011 firmamos el convenio entre el PIMA, administrador de Cenada, y el Instituto Costarricense de Turismo para destinar 10 hectáreas del terreno que tiene el primero en Barreal de Heredia, a la construcción del Centro Nacional de Convenciones. El terreno, permitirá realizar eventos masivos. El proyecto contempla de manera realista una inversión inicial de 27 millones de dólares para instalaciones y de $3 millones más para el equipamiento de la obra, dos tercios con financiamiento bancario y uno por el ICT. El tiempo estimado de la construcción es de nueve meses.
Con todo y los previsibles atrasos, al fin en 2014 tendremos el centro operando y contará con arquitectura bioclimática y la sostenibilidad ambiental contemplando por ejemplo el uso de parasoles que mitiguen el calentamiento solar y la reutilización de aguas pluviales en riego aprovechando las lagunas de retención. Además, resolverá el viejo problema del Cenada de no contar con una planta de tratamiento de aguas y nos asegura la construcción de un “mercadito” para la exhibición y venta de productos agropecuarios de alta calidad.
Existen previsiones de uso para el primer año que varían de 35 a 50 mil visitantes extranjeros, siendo su capacidad máxima en torno a las 4.500 personas por evento. Se trata de una infraestructura cuyas bondades incluyen la posibilidad de estimular la preparación y capacitación de nuestros profesionales, que tendrán la oportunidad de participar en grandes eventos académicos sin desplazarse fuera de nuestro país. El dinero que generará, en torno de cinco veces más por persona que el turista promedio, se distribuye en varios negocios como trabajo en áreas de servicios de restaurantes, taxis, buses, centros comerciales, empresas arrendadoras de vehículos, hoteles, artesanías, construcción de stand entre otras. Se estima que de cada participante, el 93% de sus gastos quedan en el entorno y el 7% al centro.
Además, los participantes de los congresos son, con frecuencia, altos cargos en sus empresas, y pueden influir como líderes de opinión en sus países. Está demostrado que muchos (más del 40%) regresan y se hacen acompañar por familia u otros grupos.
La diligencia del ICT debe ser reconocida, su compromiso con la materialización de este proyecto país que al fin veremos concretado. Listos los planos y estudios definitivos, luego de problemas en su adjudicación, el próximo mes se seleccionará al constructor. Más allá de las críticas, que si regalamos el terreno del PIMA, que el centro es muy pequeño o que debe ubicarse en otro lugar, lo único realmente importante es que las cosas por fin se hacen. Contra viento y marea y a riesgo de los francotiradores que siempre vivieron cómodos en la parálisis y sin medir a quien le tocará poner la placa, el centro de convenciones está más cerca que nunca.