A pesar de que su vida siempre estuvo dedicada a atender la pulpería La Nueva Sevillana, don Ricardo Morales Marín puede rajar que aparte de este tiene un montón de oficios que le ayudaron a redondear la quincena y en otros casos quitarse el estrés.
Estos iban desde sembrar chiverres hasta jugar al fútbol, trabajar con bueyes, sembrar hortalizas y jalar leña. Además en Zarcero lo recuerdan por chiquillos y grandes como el señor que criaba canarios.
Uno de los récords que ostenta es que durante su época de agricultor llegó a producir 4 mil chiverres. En la zona todos sus vecinos lo buscaban para Semana Santa porque él tenía los mejores.
LE FASCINAN LOS CANARIOS
Uno de sus pasatiempos, que todavía practica, es la reproducción de canarios. Además de tener la satisfacción de tenerlos en su casa, lo hicieron ganador de gran cantidad de premios, medallas y trofeos de los diferentes concursos en que participó.
La idea es que ganaban los propietarios de los ejemplares más bonitos y los de mejor canto. Por dicha sus aves nunca lo defraudaron y siempre obtuvo el primer o segundo lugar.
Durante estos años acumuló 50 trofeos y unas 15 medallas de diferentes competencias en Tibás, Grecia, Venecia de San Carlos, Ciudad Quesada, Sarchí, San Ramón y Palmares, entre otras comunidades.
DESDE CHIQUILLO
Con el tema del fútbol se empatinó desde que tenía 10 años, pero le entró de lleno como a los 15, cuando empezó a jugar de portero y participó en varios torneos con equipos zarcereños.
Era tan fiebre que una vez le quebraron una costilla en un encuentro deportivo, aun así se mantuvo en el campo de juego hasta finalizar, lo que no recuerda muy bien es si ganaron o perdieron.
CON NOSTALGIA
Con gran pesar, en días pasados y con el propósito de descansar cerró La Nueva Sevillana, negocio con más de 60 años, que vio pasar por sus mostradores a varias generaciones que llegaban a hacer mandados o quitarse algún antojo.
Recuerda con una sonrisa que empezaron jugando con unas bolas muy pequeñas y en ocasiones utilizaron la vejiga del ganado para usarla como balón, luego compró un balón de fútbol que le costó más o menos ¢1. En aquel entonces era un lujo.
En esta hermosa travesía ha estado acompañado de una mujer cariñosa, especial, atenta y sobre todo un gran ser humano, su esposa Zoraida Paniagua Gamboa.