El cáncer de mama es uno de los más letales a nivel global. Datos de la Organización Mundial de Salud (OMS) señalan que dicha enfermedad es la más frecuente y la causa más común de muerte en mujeres a nivel mundial. Solo en América Latina y el Caribe, la proporción de mujeres afectadas por la enfermedad antes de los 50 años (32%) es mucho mayor que en América del Norte (19%).
Por ello, los profesionales de salud insisten mediante campañas en la importancia de realizarse el autoexamen de mama.
Aunque el proceso no necesariamente es una garantía de que podrá identificarse esta enfermedad, se torna vital que, de manera periódica, las mujeres puedan hacerse el autochequeo, así como conocer su cuerpo para determinar alguna anomalía.
Este fue el caso de Karen Chaves, pues en 2022 sintió un elemento extraño en su pecho, lo que la hizo sospechar de que era cáncer, a pesar de que no salía nada anormal en las mamografías.
“A raíz de eso, llevé todo el proceso de radiación, tuve 17 sesiones de quimio y 25 sesiones de radiación, una mastectomía radical en mi seno derecho, todo eso fue muy duro.
Desde el día uno que me dicen la palabra cáncer, uno dice ‘¡Dios mío!’, porque lo primero que se le viene a la mente es la palabra muerte, pero gracias a Dios siempre he sido muy positiva y mi familia me decía, ‘vamos a salir adelante’, y dicho y hecho”, mencionó Chaves.
Incluso agrega que las personas cercanas le mencionan que parece que no hubiera llevado todo este proceso, puesto que a pesar de que fue un reto muy grande para su vida, nunca tiró la toalla ni agachó la cabeza.
Todos esos sentimientos positivos se los agradece a su familia, pues menciona que al final del camino los amigos se van y los que quedan son realmente la pareja, los hijos y los familiares más cercanos.
Tras vivir todo ese proceso de lucha, Chaves agradece el hecho de volver a saborear nuevamente los alimentos, puesto que, mientras estuvo en rehabilitación, menciona que era como tener Covid-19, pues su sentido del gusto era prácticamente nulo.
“No podía comer porque la comida sabe demasiado fea, te sabe a plomo, te sabe a herrumbe, te sabe a sal, ¿y qué aprendí con todo esto? Que la comida no hay que desperdiciarla, si Dios te dio a frijoles, eso es lo que tienes que comer, porque eso fue lo que Dios te puso en tu mesa. Yo no lo veía así lamentablemente, ahora veo, no sé… creo que veo la vida como un arcoíris”, agrega.
Tras hacer la remembranza de todo este proceso por el que tuvo que pasar, Karen aconseja a los familiares de las personas con cáncer que se acerquen a los pacientes, puesto que el apoyo que viene de los seres queridos es fundamental para superar esta difícil etapa.