Las redes sociales me han permitido relacionarme e interactuar con varias personas que se autodenominan “abstencionistas informados”. Es decir que a pesar de tener acceso constante a información política, planes de gobierno, debates, decidieron no ejercer su derecho al voto.
Resguardan su posición con diversas explicaciones, unas razonadas, otras no tanto.
Las respeto, pero no las comparto. Por lo cual me pareció necesario ampliar en el tema un poco y a la vez invitar a los lectores a que compartan sus ideas y posiciones al respecto.
1 – “Ningún candidato me representa”. No hay un candidato perfecto. Todos ellos, al igual que nosotros, son propensos a sentir felicidad, cansancio, ilusión, frustración, etc. No están exentos de errores, lo importante es ver cómo lo solucionan.
Tampoco es fácil encontrar un candidato con quien uno se asocie al 100%. Es importante recordar que un presidente no gobierna solo. El manejo del país recae sobre un equipo que comparte una ideología y trabaja en conjunto por un mismo fin.
Si nos enfocamos en buscar al candidato perfecto, pues obvio que no lo vamos a encontrar. El 2 de febrero teníamos 13 opciones diferentes a evaluar y poder determinar con quien nos sentíamos más representados.
2-“No hay un partido con quien comparta ideales/visión”. Es muy similar al punto anterior. Tener 13 candidatos representando a 13 partidos políticos diferentes es un lujo. Un lujo en todo el sentido de la palabra: en costo y en opciones para nosotros los electores.
Muchos dicen que las ideologías han caído en desuso, pues no lo veo así. Lo que ha caído en desuso en nuestra capacidad de análisis de dichas ideologías. Si bien es cierto pueden haber muchas similitudes, eso no es malo, es el primer paso a futuros consensos. No todos encuentran un partido con en el cual estar totalmente de acuerdo, pero para eso se priorizan las necesidades del país y propias. Permite evaluar con cual visión país se tiene mayor afinidad.
3-“No creo en la transparencia del proceso electoral”. Esta es una triste realidad para un sector, mucho más común de lo que nos gustaría creer al resto de la ciudadanía. Da la casualidad que la mayoría de las personas que utilizan esta falaz justificación no han trabajado de cerca en un proceso electoral. Ante semejante acusación, hay dos cosas acciones concretas que recomiendo. La primera es que nuestra burbuja social no es necesariamente un reflejo de la realidad nacional.
Debemos ser capaces de ver más allá y expandir nuestra interacción para comprender que no necesariamente representamos el sentir/pensar de la mayoría. Lo segundo es involucrarse. No hay peores enemigos para la democracia que la indiferencia y la ignorancia.
No tiene que ser necesariamente con un grupo político, puede ser directamente con el Tribunal Supremo de Elecciones. El conocimiento abre puertas.
4-“Mi voto, un solo voto, no hace ninguna diferencia”. Si se va a traducir un voto en porcentajes, pues es difícil que podamos entender su verdadero valor. Cada voto cuenta. Como reciente ejemplo se puede analizar la elección de 2006 en la cual Óscar Arias derrotó a Ottón Solís únicamente por 18,169 votos (es decir, el 1.2% de los votos válidos). Pongámoslo en perspectiva: hay conciertos cuya asistencia es mayor a la diferencia de votos. ¿Usted le va a decir a los familiares de los fallecidos en la revolución del 48 que perdieron la vida para nada? Todo lo contrario, dieron su vida porque comprendían el valor de cada voto. El valor de ser partícipes directos de la elección de las personas que marcaran el rumbo de nuestro país.
5-“La política no me interesa”. Este motivo es el que me parece más grave de todos. Entiendo que pueda no ser su tema preferido de discusión. Comprendo también las quejas que por momentos el lenguaje político se vuelve incomprensible para el resto de los ciudadanos. Lo que no logro compartir es ese sentimiento de “no me interesa”. Las decisiones políticas afectan nuestro diario vivir.
No hay explicación más clara que esta, un tanto fuerte, de Bertol Brecht “El peor analfabeto, es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el costo de la vida, el precio del poroto, del pan, de la carne, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas. Es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el niño abandonado y el peor de todos los bandidos: el político corrupto, mequetrefe y lacayo del gran capital”.
En abril se nos presenta a todos una nueva oportunidad de acudir a las urnas y escoger nuestro próximo gobernante. Tomando en cuanto los puntos desarrollados, ¿realmente existe el abstencionismo informado?