Además de libros y cuadernos, Kenia Molina necesitaba un computador para terminar el año lectivo luego que su escuela cerrara por la pandemia.
Como otros miles de jóvenes de la \”promoción coronavirus\” que perdieron semanas de clases en medio de la pandemia en Estados Unidos, no lo tenía.
Para cerrar esa brecha tecnológica, las autoridades comenzaron a distribuir portátiles tras el cierre de casi todas las escuelas y universidades del país por el resto del ciclo. Con una de esas máquinas, Molina, de 18 años, se enfoca en terminar la secundaria desde su casa en Los Ángeles.
\”Esto es muy importante\”, dijo la joven a la AFP sosteniendo su nueva laptop con guantes de plástico y el rostro tapado por un barbijo. \”Para aquellos estudiantes que no tienen acceso a internet o no pueden siquiera tener un equipo que no pueden costear, este dispositivo ayuda a que estemos conectados\”.
Pero el gobierno de California estima que todavía debe distribuir cerca de 240.000 computadoras, mientras las clases en línea continúan.
A medida que avanza la entrega de dispositivos en Los Ángeles, la asistencia a las aulas virtuales ha mejorado, aunque todavía 7.400 de los 120.000 estudiantes de secundaria no se conectaron desde que comenzó la nueva modalidad a distancia, indicó el distrito escolar (LAUSD).
En las primeras dos semanas de enseñanza virtual el número de estudiantes desconectados era de 15.000, y sumaban al menos 40.000 los que no tenían contacto diario con sus profesores.
\”Es algo para lo que teníamos que estar preparados años atrás\”, dijo Rafael Balderas, director de la secundaria en el suburbio de Bell donde asiste Molina. \”La tecnología ha cambiado\” y la pandemia \”nos da la oportunidad de preparar a nuestros niños para el siglo XXI\”.
En esa escuela, 400 de 2.400 estudiantes recibieron un equipo para participar de las clases, entregar tareas y hacer exámenes.
\”Queremos asegurarnos de que cerramos esa brecha tecnológica en nuestra comunidad\”, indicó Balderas.
– Adaptación forzada –
Los cierres de centros educativos generaron desafíos principalmente en zonas pobres o rurales, donde no todas las familias tienen computadoras o acceso a internet.
Y muchas veces los problemas van más allá de la tecnología.
En la zona escolar que supervisa Andres Chait en Los Ángeles, por ejemplo, cientos de alumnos tienen computadores, pero viven en condiciones precarias.
Viven en moteles o acomodados en casas de otras familias, donde es difícil que los niños tengan un lugar para estudiar. Y los padres \”hacen grandes sacrificios para asegurarse que el hijo pueda llegar a una llamada en Zoom o entrar a una sesión de (la aplicación) Schoology\”, explicó Chait.
\”La ayuda de los padres a los alumnos más jóvenes es crítica, pero al final la responsabilidad es nuestra\”, dijo el supervisor, explicando que buscan adaptarse a las realidades de estas familias. \”Tratamos de ser lo más flexibles posible, aunque manteniendo la estructura que nuestros niños necesitan sobre todo ahora\”.
Los maestros también se han visto obligados a adaptarse al nuevo sistema. Algunos, incluso, no tenían computador propio. Ahora manejan canales de YouTube, hacen videollamadas y usan aplicaciones especializadas.
\”Están manteniendo (a los estudiantes) dentro de ese espacio educativo para que no tengamos toda una generación que pierda seis meses de instrucción\”, dijo Chait.
El cierre de las escuelas también afectó las comidas gratuitas de las que dependen muchas familias, por lo que el LAUSD organizó entregas en 63 puntos para proveer medio millón de platos diarios.
California fue de los primeros estados en ordenar los cierres para evitar la propagación del virus. Y aunque las medidas han evitado llegar a los alarmantes niveles de contagios de Nueva York, ya se reportaron casi 900 fallecimientos por la enfermedad en el estado.
Para cuando finalmente abran las instituciones, el gobernador de California, Gavin Newsom, anticipó que tendrán que cambiar la distribución de los salones y modificar horarios para mantener la distancia social.
Molina verá esos cambios en la universidad, luego de despedirse de la secundaria sin baile de fin de curso ni graduación, que será virtual.
\”Es un recuerdo que no tendré\”, lamentó, aunque sin perder el optimismo. \”Vendrán muchas más experiencias en mi vida\”.