Recientemente se ha inaugurado la llamada carretera de Circunvalación de San José, concebida, diseñada y propuesta hace 66 años, en 1958, por un hombre extraordinario, el ingeniero civil urbanista Eduardo Jenkins Dobles, acompañado por un excelente grupo de colaboradores del Departamento de Urbanismo del INVU, del que fue su primer director, entre quienes estaban el ingeniero Rodolfo Silva Vargas y el licenciado Arnoldo Jiménez Zabaleta, con el apoyo del entonces gerente general, Rodrigo Carazo Odio.
El primer tramo, el sur, fue inaugurado más de dos décadas después, el 10 de octubre de 1979, por el presidente don Rodrigo Carazo Odio y el ingeniero Rodolfo Méndez Mata, ministro de Transportes.
El ingeniero Jenkins Dobles estuvo presente, aunque ya no era parte del Gobierno.
Esa obra, sin duda ambiciosa y producto de una gran inspiración, fue una de las contribuciones históricas que hizo al país este hombre portentoso, de los más importantes de su tiempo.
El proyecto de la Circunvalación fue apenas un elemento que formaba parte de su concepción integral del desarrollo urbano de la Gran Área Metropolitana, concretada en el Primer Plan Vial, que comprendía, además de Circunvalación, las rutas radiales y los subcentros cantonales periféricos; previó la compra de terrenos y el plan maestro de los Hatillos para alojar 70.000 personas; y la adquisición de terrenos para vivienda en otras áreas de San José, todo lo cual quedó aprobado en la Ley de Planificación Urbana, de 1968.
Elaboró el proyecto de creación de un ente autónomo a cargo del planeamiento y construcción de acueductos y alcantarillado sanitario que condujo a la creación del Servicio Nacional de Acueductos y Alcantarillados, hoy denominado AyA. Planificó un anillo periférico, paralelo a Circunvalación, pero más alejado del centro de San José y previó, en ese entonces, la reserva de los terrenos para esas obras.
Formuló una política de desarrollo racional y ordenado de las ciudades y regiones del país, también planificó y promovió la creación del Centro Cívico Nacional para alojar las instituciones gubernamentales, proyecto denominado Centro Cívico y Anillo de Renovación Urbana, de 1976-1978. Y mucho más.
¿Por qué don Eduardo Jenkins fue capaz de hacer tan grandes aportes? En primer lugar, por su sólida y amplia preparación académica. Nacido el 9 de noviembre del 1926, inició sus estudios en la Universidad de Costa Rica, continuando en la Universidad Estatal de la Florida, ubicada en Gainesville, donde se graduó como ingeniero civil en el año 1949.
Realizó estudios de especialización en urbanismo en Durham, Inglaterra, y obtuvo una maestría en Planificación Urbana en la Universidad de Harvard, Estados Unidos.
Fue nombrado director de Urbanismo en el recién creado Instituto Nacional de Vivienda y Urbanismo (INVU), que dirigía don Rodrigo Carazo en el Gobierno de don José Figueres (1953-1958), donde inició su fructífera labor que lo llevaría más tarde a otros cargos públicos relevantes.
En segundo lugar, porque era una persona íntegra, que amaba a su país, honesta y rigurosa en el plano ético e intelectual, inclinado a trabajar en equipo. En tercer lugar, porque era una mente culta y creativa, dato quizá desconocido para muchos, pero, probablemente, no nos hubiera dejado tanto en la vida pública si no hubiese sido uno de los mejores poetas de Costa Rica: publicó seis libros de poesía y uno de cuentos.
En 1970 obtuvo el premio Aquileo J. Echeverría en poesía, por su libro “Sonetos a las Virtudes”. Otros libros son “Riberas de la Brisa”, “Soneto y Molde Libre para la Soledad y la Esperanza”, “La Tierra, el Agua, El Aire”, “Desalientos y Resurrecciones”.
El propio don Eduardo explicó esa mezcla de la poesía, su vocación de libre creatividad primaria, con la ingeniería y la planificación, ámbitos absolutamente racionales, en una nota escrita de la cual extraigo dos párrafos: “En una búsqueda de ese equilibrio y el ansia por concertar una raíz común, fue que decidí especializarme en planificación urbana, donde la ingeniería y la poesía se reúnen amigablemente en el sueño de planificar con racionalidad y sensibilidad social la ciudad o el asentamiento humano que es la casa de todos”.
Y, refiriéndose al ejercicio de la profesión y a la necesidad de asomarse a la naturaleza, en la que se enfrenta a la perplejidad que produce la lucha dialéctica entre la soledad o el desaliento de un mundo imperfecto y la esperanza de uno mejor, escribió más adelante: “Este oscilante juego o duelo entre la diversidad y la esperanza, o entre los desalientos y resurrecciones por una parte, y la convivencia con la naturaleza que permita el desarrollo sostenible y asegure la calidad de vida, son los temas de mi último libro”.
Y, en ese juego, no solo escribió sus exquisitos sonetos, sino que también engendró sus grandiosos diseños de obra pública, impregnados de una genial simbiosis entre racionalidad y creatividad para construir obras al servicio de los costarricenses.
Entre ellas, la que posiblemente sea uno de sus mayores legados, la carretera de Circunvalación, es una oda al desarrollo de San José y el país.
*Excanciller de la República