Todos o todas, algunas veces, deseamos encontrar un policía de tránsito, uno listo para hacer cumplir la ley, uno con el suficiente sentido común para castigar a quienes la violan escandalosa e impunemente. Todos hemos visto carros parqueados contra vía con las luces altas, alguna señorona comiendo helado y con el celular en la mano mientras conduce, imbéciles picando en plena hora pico, camiones metiéndose por donde no deberían y con tristeza nos preguntamos: ¿dónde está la Policía?
Todos, todo el tiempo, deseamos encontrar un o una policía de tránsito regulando el caudal vehicular de manera oportuna, eficiente, con conocimiento de causa, promoviendo la eficacia del tránsito. Esperamos encontrarlos en puntos reconocidos históricamente como atascaderos de automotores en esas horas en que somos más subdesarrollados que de costumbre.
Todos, de por sí, queremos ver a nuestra policía de tránsito multando a los imprudentes y a los irresponsables, la queremos ver contribuyendo a hacer más fluido el tráfico vehicular con sus oportunas intervenciones, pero no. Generalmente eso no sucede a nuestra vista.
Sin embargo, todos hemos sido testigos o hemos escuchado anécdotas de las tácticas de la policía de tránsito para con los conductores y sus pasajeros. El fenómeno de los operativos policiales cobró suma importancia con la llegada de la pandemia, gracias a la cual las autoridades recibieron un espaldarazo a sus actividades represivas, aunque las llamen preventivas.
Y es que hay conductas de las autoridades pasadas de tono, por no decir inconstitucionales, bravuconadas que rayan con el autoritarismo de cualquier ejército. Por ejemplo, cuando en tu propio automóvil debes dar cuenta de a quién llevas y para dónde, quiénes son las personas que viajan con usted y su parentesco.
Los policías de tránsito se sienten con el derecho de pedir la cédula a los pasajeros, amedrentarlos e incluso intimidarlos, se abalanzan cual enjambre sobre las ventanas de los carros para ver qué encuentran sospechoso. Yo sospecho que muchas horas viendo CSI es la vitamina que usan para despertar la necesaria suspicacia atávica que se convierte en abuso de autoridad.
He visto policías de tránsito revisando el interior de un carro y uno se pregunta: ¿Por qué actúan como si fueran detectives? ¿Tienen autoridad para hacerlo? ¿Por qué les interesa tanto que el conductor baje del auto?
A veces lo piden de buena manera y hasta se muestran simpáticos para que el chofer les abra la cajuela o los acompañe para hacer la alcoholemia, para que les muestre los triángulos, chaleco, botiquín, lagartos, etc. Algunos no dudan en aplicar una boleta por cualquier falta de equipo, pero te tranquilizan afirmando que puedes impugnar la multa ante un juez.
Hay otros que no ocultan el jolgorio de participar en un retén, se los ve saltando alegres de carro en carro, colaborando con sus colegas para que todos se lleven algo de la festividad de partes. Y es que según parece se les exige un mínimo de multas diarias, pues de esa forma se controla que realmente hagan su trabajo.
También se habla de otros incentivos para que se hagan las debidas multas sin aceptar una dádiva o mordida, bonificaciones por bajar placas de uber aunque pague impuestos; premios por cumplir con la responsabilidad de detener a un chofer borracho y en general: incentivos por suministrar dinero fresco al erario público. Pero son rumores.
En realidad, sí existen policías de tránsito que se esmeran en servir a la sociedad, no sé cuántos son pero gracias a Dios existen. Que no se ponga en duda. Pero hay otra estirpe de policías que hay que extirpar, son los corruptos.
Nuestra opinión siempre es importante, decir quién lo hace bien para que sea incentivado y quién lo hace mal para que no lo siga haciendo. De otra manera el sistema se llena de polvo e impurezas, que pueden degenerar en hongos parasitarios muy difíciles de erradicar. Por eso la próxima vez que te detenga la Policía de Tránsito te recomiendo identificar al policía que te detiene. En caso de que no tenga una etiqueta con su apellido o un número de identidad cosido en la camisa, pregunta amablemente su nombre y apellido para grabarlo o anotarlo. Complementariamente observa y recuerda su uniforme y vehículo.
El MOPT ofrece la página Denuncias contra oficiales de tránsito y el número 123 para denuncias de urgencia, curiosamente solo ahí podrías opinar y dar a conocer la buena labor, la eficaz guía, el desinteresado apoyo, y la labor cumplida de esos oficiales de tránsito que cada día arriesgan su vida por la seguridad colectiva. Nuestra sincera admiración y gratitud para cada uno de ellos.