Noche electoral de infarto en Estados Unidos
Washington. (AFP) – Estados Unidos contenía la respiración a la espera de saber quién sería su próximo presidente entre la demócrata Kamala Harris o el republicano Donald Trump, a medida que cerraban los centros de votación.
Es posible que los resultados de estas elecciones, unas de las más reñidas de la historia contemporánea del país, tarden horas o días en conocerse.
Todas las miradas convergen en Georgia, Carolina del Norte, Pensilvania, Míchigan, Wisconsin, Arizona y Nevada, los siete estados que decidirán quién es el próximo inquilino de la Casa Blanca: la vicepresidenta Kamala Harris, de 60 años, o el expresidente Donald Trump, de 78. Por el momento no se sabe quién gana.
No ha habido sorpresas en el resto, que suelen dividirse entre los tradicionalmente demócratas o republicanos.
Entre otros, Trump suma los bastiones republicanos de Florida y Texas, y Harris Nueva York y la capital, Washington.
Para ser presidente en Estados Unidos no basta con tener más sufragios que el oponente. Hay que conseguir el número mágico de 270 votos en el colegio electoral, integrado por 538 delegados que teóricamente deben respetar la voluntad del pueblo.
Trump ha conseguido ya 230 votos electorales y Harris 205.
Los estadounidenses vivieron con ansiedad esta velada que mantendrá en vilo al resto del mundo por sus repercusiones en la guerra en Ucrania y en Oriente Medio, así como para el calentamiento global, que Trump considera una falacia.
Tensión máxima
Trump declaró que reconocerá los resultados “si son unas elecciones justas”, horas antes de hacerse eco de “rumores” de “fraudes masivos” en Pensilvania. Las autoridades locales lo han desmentido.
Se teme que el expresidente se niegue a reconocer su derrota si pierde, como sucedió en 2020 contra Joe Biden, y se desate un estallido de violencia similar a cuando sus simpatizantes atacaron el Capitolio.
En la capital Washington, barreras metálicas rodean la Casa Blanca y el Congreso y un número impresionante de comercios han protegido sus escaparates con tablones de madera.
Durante la noche también estuvo en juego el control del Congreso, con la renovación de los 435 escaños de la Cámara de Representantes y 34 sobre 100 en el Senado, así como varios gobernadores.
Los republicanos consiguieron un escaño en el Senado que ocupaba un exdemócrata. Esta victoria podría cambiar el equilibrio de poder en la cámara, esencial para aprobar reformas.
Algunos estados también celebraron referendos sobre el polémico tema del derecho al aborto. En Florida fracasó una consulta para levantar las restricciones a la interrupción del embarazo.
“El día más importante”
Los seguidores de Harris y de Trump quedaron hechos un manojo de nervios.
“Esta elección es muy tensa y puede ser el día más importante en la historia de nuestro país, porque podría ser el día en que nuestro país termine, o en que nuestro país comience a prosperar durante otros 100 años”, opinó Will Staten, de 18 años, en el Centro de Convenciones del Condado de Palm Beach, en Florida, donde se espera que hablara Trump.
En la Universidad Howard de Washington, el buque insignia de la formación de los estudiantes negros, miles de personas se reunieron para escuchar a Harris, que daría un discurso más tarde.
Camille Franklin dijo que intentaba “contener su ansiedad” pero esperaba pasar “una muy buena velada”.
Gane quien gane, el resultado será histórico. Trump obtendría el segundo mandato no consecutivo de un presidente desde 1893 y sería el más viejo en ser electo, y Harris, negra y de ascendencia surasiática, se convertiría en la primera mujer en el cargo más importante de la nación.
Tuvo solo tres meses para intentar convencer. Entró en campaña después de que el presidente Joe Biden tirara la toalla en julio y la apoyara.
Con un programa electoral vago pero centrista, Harris propone firmeza frente a la inmigración ilegal, mejoras para la clase media y la defensa del derecho al aborto.
En cambio, mitin tras mitin, el republicano, que sufrió dos intentos de asesinato durante la campaña, repitió la partitura de 2016 y 2020, presentándose como un antisistema.
El mismo credo de siempre: la lucha contra los migrantes en situación irregular que, según él, “envenenan la sangre” del país.
Los tacha de “terroristas”, “violadores”, “salvajes”, “animales” salidos de “cárceles y manicomios”.
Condenado por un delito penal a finales de mayo y con cuatro inculpaciones pendientes, el septuagenario pintó un panorama sombrío del país durante una campaña dominada por la violencia verbal.
Trump insultó a Harris llamándola “lunática radical de izquierda”, “incompetente”, “tonta” y persona con un “coeficiente intelectual bajo”, entre otros calificativos.
Ella lo llamó “fascista”. Otro tanto hizo él.
Eso sin contar el comentario de un humorista pro-Trump que dijo que Puerto Rico es como una “isla flotante de basura” o un desliz del presidente Biden quien, en reacción, llamó “basura” a los seguidores del aspirante conservador. En un ambiente tenso, se han registrado varias alertas de bomba en los centros de votación, que la policía federal estadounidense (FBI) atribuye a Rusia.
También se ha detenido a un hombre que olía a combustible y llevaba un lanzabengalas en el Congreso, pero por lo general la jornada ha transcurrió sin incidentes.