Todos hemos experimentado leves dolores de oído, por ejemplo, cuando viajamos a San Isidro de El General y pasamos por el Cerro de la Muerte, o si visitamos algún volcán de los que se llega en carretera, como el Poás o el Irazú.
En este caso, el dolor de oído se debe a cambios de presión, pues cerca del nivel del mar la presión atmosférica es mayor y en las montañas altas va disminuyendo, entonces esto repercute en cambios dentro del oído medio, que es una cavidad muy sensible limitada en su cara externa por el tímpano, una delicada membrana semitransparente.
Para una causa como estas basta con bostezar, masticar chicle dar algunos minutos para que la presión del oído medio se equilibre con la del medio ambiente, sobre todo con la maniobra de abrir la boca, pues así se abren las trompas auditivas (trompas de Eustaquio) que comunican el oído con la boca.
Pero una de las causas más frecuentes de dolor de oído es cuando hay inflamación, si estamos hablando del oído medio, médicamente esta condición se conocería como otitis media. Veamos lo que sucede: cuando una persona está resfriada, o tiene congestión nasal por otras causas como una alergia, por ejemplo, sus trompas de Eustaquio se cierran y al quedar el oído medio sin un sitio por donde drenar sus secreciones estas se acumulan y favorecen el crecimiento de bacterias, produciéndose una infección acompañada de inflamación. En estos casos el médico debe examinar los oídos con un pequeño foco llamado otoscopio y ver si el tímpano muestra signos de inflamación o infección y solo en estos casos recetar un antibiótico, pues en la mayoría de los casos basta con prescribir un descongestionante para que las trompas auditivas se “destaqueen”.
La inflamación también puede ocurrir en el oído externo, es decir, el conducto que va desde la oreja hasta el tímpano y una de sus principales causas es el acúmulo de cerumen, esa sustancia oscura, pastosa y oleosa que se produce en glándulas de dicho conducto y que se conoce popularmente como cera. Esta cera puede formar un verdadero taco que obstruye el conducto y favorece la proliferación de infecciones, de modo que el tratamiento, siempre prescrito por un médico que haya examinado el oído, pueden ser gotas como la glicerina que disuelve el cerumen o incluso practicar un lavado de oídos, que no es otra cosa que quitar esos tapones de cera.
Finalmente, una infección e inflamación del oído medio se puede extender al oído interno si no se trata.
Dr. Maikel Vargas Sanabria
Profesor Catedrático, Universidad de Costa Rica