Desde junio del 2022 hasta ahora, el tipo de cambio en ventanilla ha disminuido en ¢190, pasando de un máximo de ¢698 a ¢508 por dólar, según el último dato publicado por el Banco Central de Costa Rica (BCCR).
Sin embargo, de acuerdo con el economista Daniel Ortiz, socio de la firma Consejeros Económicos y Financieros (Cefsa), las expectativas del mercado apuntan a una devaluación del colón que elevaría el tipo de cambio a ¢528 para mediados del 2026. Esto tendría un efecto directo sobre quienes tienen créditos o alquileres en dólares.
“Hay condiciones financieras que están llevando a una variación en las expectativas a 12 meses, cercana al 3%”, explicó Ortiz en un foro organizado por la Cooperativa Nacional de Educadores (Coopenae).
El contexto económico costarricense ha experimentado una serie de cambios recientes que podrían impulsar esa tendencia al alza: incertidumbre global que se traduce en menos inversión extranjera directa y exportaciones, así como escaso financiamiento para el Gobierno por parte de entes internacionales.
A estos factores se suma la disminución en la actividad turística, lo cual implica una reducción en la entrada de divisas al país.
No obstante, el cumplimiento de estas proyecciones dependerá, en gran medida, de las decisiones que adopte el BCCR.
“El banco ha manifestado su preocupación por el tipo de cambio, ya que, si sube, genera inflación, irónicamente en un contexto donde la inflación está por debajo de la meta fijada. Tienen una preferencia, por lo visto en el último año, para que el tipo de cambio no se aleje mucho de ¢500 por dólar”, agregó el economista.
La incertidumbre global que genera la guerra comercial de Estados Unidos puede tener un impacto en el sistema financiero costarricense, debido a la desaceleración económica esperada para el 2025.
En cuanto al impacto para los costarricenses, el economista no espera una disminución en las cuotas ni en las tasas de interés de los préstamos, dado que el Banco Central no ha hecho ajustes en la Tasa Política Monetaria.
Además, se prevé una contracción del crédito por parte de las entidades financieras, producto de la incertidumbre entre los consumidores.